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Novela histórica 483 enanto por referirle tantas maravillas como había presenciado, tantas bondades de Dios. Y llegaron los primeros días del mes, y con ellos Roque Saunier á su casa. Todo junto se lo quería decir, y acompañaba sus palabras con lágrimas. —Digame, digame todo eso que me consuela, D.* Brigida— decía muy compungido el bribón taimado—sólo yo estoy en dis- posición de apreciar la grandeza, la sublimidad, lo milagroso de tales actos en esa mujer desventurada. He querido averiguar el fin desgraciado del Martínez que tanto invoca, y desgraciadamente he sabido más de lo que quisiera. Ha muerto. —¿Ha muerto? —Y no quiera V. saber nada más, ni le de V. á.entender á ella lo horrible de su fin trágico. Quien mal anda mal acaba, y no es pequeña misericordia de Dios que á esa precipitada la haya dote- nido el Señor á la mitad del camino, al borde del abismo en cuyo fondo yace el cómplice. —¡Jesús, Jesús! ¿Y cómo le digo yo, ahora que ha entrado en relativa calma... —Espere V. que su alma se fortifique más con los efectos de la gracia. Yo para entonces maduraré un proyecto que hace tiempo lleyo en mi cabeza, y veremos si una cosa buena atenúa el efecto de otra mala. V. por supuesto, puede aprovechar las ocasiones en que la vea con espíritu tranquilo y bien dispuesto para decirle, cuánto debe adorar la Divina Providencia, cuán reconocida debe estarle por los grandes beneficios recibibos, en comparación de los cuales es nada lo que ha perdido y el mundo entero, cuántas gracias debe dar 4 Dios porque ha alejado de ella los peligros de condenación, y cuán dispuesta debe estar á ofrecer al Señor, no sólo su propia vida, sino lo que más ame en el mundo si algo ama más que á su vida; pues es bien cierto y así lo dice el Evangelio que á tal dispo- sición de alma da Dios el ciento por uno en la tierra y después la vida eterna. En esta ocasión D.” Brígida no sólo quedó edificada de aquel demonio predicador, sino que sintió en el alma que Dios no se fija- se en aquel excelente santo Padre, pues dándole vocación y si- guiendo él la carrera eclesiástica, ella lo tomaría desde luego para director espiritual. Y así lo manifestó á Elisa en la primera ocasión

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