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Novela histórica 475 vendrá, ó V. irá á Martínez. Sólo con esto la dominaba para cuan- to á su salud física y moral convenía; y D.* Brígida no sabía si era vivo ó muerto aquel de quien se trataba. Sólo sabía que era ajeno y no propio. Ella dió á su enferma todas las seguridades de cuanto le había ofrecido en su casa para la vida, y gestionar ade- más por todos los medios al alcance de... ya se sabía ella de quién, lo que al paradero de Martínez se refería. ¿Quién más podía ha- cer ni apetecer Elisa en su estado? Cierto que del paradero de Martínez, D.* Brígida no habia de conseguir nada, pero sí conse- guiría mucho de aquella oveja descarriada trayéndola poco á poco al redil. —¿Y yo, con qué os agradeceré cuanto hagáis por mí? —A mí me deberéis muy poco. No es á mí á quien debéis agra- decer. Elisa se sorprendió y preguntó sobresaltada. —¿Pues á quién? —A una señ... D.* Brígida recordaba el absoluto silencio impuesto por Sau- nier, y para más disimular quiso contestarle: á una señora. Pero como esto lo creyese una mentira, se rectificó diciéndole: á una persona. —¿De dónde es? ¿quién es? —¡Jesús! No lo sé de donde es—contestó en tono seco, como quien dice: no os importa saberlo. s una persona poderosa, llena de sentimientos de caridad, de quien no sólo he recibido mucho para obras buenas, sino que espero recibir mucho más. Lo suficiente y de sobra para médico, para casa, y para tados vuestros gastos. —¿Para buscar á Martínez? —Para todos esos gastos. De los de vuestra hija me encargo yo con ayuda de mi prima. Y sino tuviese yo tanta familia, á mi ahijadita le fuera mejor. Pero no le faltará nada. —Dad las gracias en mi nombre á esa persona, prima ó lo que sea. —¡Oh! no. No lo haré. Esa persona creerá que he sido frágil en revelar su nombre, y yo no tengo esa flaqueza, y es la condición que siempre impone en todas sus buenas obras, que no lo sepa el favorecido; de modo que ni aún espera recibir así las gracias. E LN Cr MATA AX A A A a a IM nl 151 0 y i E ] E