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Novela histórica 473 humanos, cuando se trata de la salud del alma, única necesaria, ha hecho cierto, infalible, el efecto del arrepentimiento para su re- generación. es más fácil decirlo. —Para el que quiere, decirlo es tan fácil como hacerlo. —Arrepentirse... ¿y renunciar á él? —Nadie os impone la obligación de renunciar lo que es vuestro. —Pero no es mio Martínez, y yo sin él prefiero morir y cuanto venga después. —Empujando la puerta. Esto llenó la medida, y D.* Brígida,sacó la llave y abrió al punto. —Id, pues, id á buscarle, infeliz moribunda, rueca sin lino, ce- rilla sin fósforo, esqueleto ambulante, parca y mucho menos, ¡Jesús, Dios me perdone! Id, id á buscarle si esa es vuestra felicidad. Yo iré detrás dando la mano á vuestra hija, exigiéndoos para ella con todo derecho la mitad de esa felicidad. Elisa salió, y á toda prisa bajaba las escaleras. Ya en la puerta de la calle, con una mirada de sus enloquecidos ojos, abarcó el es- pacio celeste y con un latido de su corazón precipitado recorrió todo el mundo, pero no sabía por cuál de sus puntos cardinales emprender la marcha. ¡Infeliz! Sus pies no la llevaron niá la conclusión de la calle. Lo que menos había pensado que eran las once de la mañana y no se había desayunado, ni que en todo el día anterior había comido nada. Cuando D.” Brígida, que bajaba de- trás, llegó con la niña á la puerta, vió á Elisa á poca distancia re- costada en una pared reprimiéndose el corazón con una mano; y con la otra asida á una reja para no caer. Soltó la niña, y con agilidad no acostumbrada fué en socorro de la madre. —Elisa, hija mía, Elisa, ¿te he ofendido? —Me muero, me muero, no puedo más. Y se dejó caer en los brazos cariñosos que le tendía su amiga. A las voces de ésta pidiendo auxilio, se detuvieron algunos tran- seuntes, y con su ayuda fué trasladada la enferma á la casita alqui- lada que abandonara horas antes. Inmediatamente fué llamada la antigua criada para dejarla á su servicio, mandándole traer leche, caldo y Burdeos. Elisa no se resistía á tomar nada. Sólo irritaba á D.* Brígida porque cuando le suministraba algo, lo recibia diciendo «veneno, veneno, ¿es veneno? ¿cuándo moriré?» rm | | il | 16) 5 A A is dia

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