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Ml mee 0 MN ' IN ? A CAPÍTULO VIII IN AU A Mi de 4 La caridad de un ladrón con su robado yl | ! dE A MN A A 'El LISA esperaba por momentos la vuelta del administra- All p dor, y ni se atrevía á moverse. Creía ella que aquel ANI == modo de marcharse y de decir, espera, era para regre- ' | sar luego con una cesta de alimentos, fruto de su privada caridad. Sintió pasos. Ya venía. Salió á la puerta, y desde dentro, por el E y A mirador, vió y conoció á Saunier, propietario. ¡Ay! No le había ll contestado ninguna carta ni por cortesía y buena educación. Y el W p administrador no viene. Es que ha ido á prevenir al amo que no A puedo pagar. Ya tocaban por segunda vez en la puerta y con más delicadeza. Ella no se atrevía á responder. Saunier estaba 4 IN convencido de que Elisa escuchaba de dentro, pues percivia una $ respiración anhelosa tras de la puerta. Y -Señora, nada os intimide. Vengo avisado por mi adminis- trador. ¿ Elisa vió que era inútil callar ante tanta insistencia, y le dijo desde dentro que viniese con el administrador. Señora, por favor os pido, no queráis hacer á mi sirviente sabedor de mi desairado amor. d Viendo que no había de ser recibido, aprisa y como pudo echó por el mirador seis luises y se retiró. Era lo que Elisa quería. Tan pronto como por el balcón le vió que había doblado la esquina, tomó su niña y salió. El subió inmediatamente que la vió pasar, y encontró todavía

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