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Novela histórica 457 á Elisa por hambre. Robarla sin conocimiento ni participación de su compañero, y ofrecerle después caritativamente cuanto pudie- se necesitar para continuar viviendo llevando la vida que llevaba. Esto no era tan difícil, aunque también presentaba dificultades. Escribir á Elisa compadeciendo su desgracia, pero con el mismo amor ahora que cuando la creía rica, no permitir que saliese de su casa, firmarle los recibos mensuales como si los pagase, hacer- le, si era necesario para su tranquilidad, un traspaso de propiedad, y ciudarse él de la educación de la niña. En fin, Saunier estaba re- suelto por todos los medios á conseguir de Elisa un «sé» de mala gana, pero que la legalizase su legítima esposa, y presentarse en Cuba á su querido negro como el gran burlador y vengador de Martínez, Si esto no satisfacia al amo, estaba también dispuesto al escándalo y cuanto pudiera venir, para hacer valer los derechos de su esposa y de la hija. Ahora Biren con su carta desconfiada precipitaba los aconteci- mientos; pero él haría frente á todo ocultándose ó presentándose, según las circunstancias. Si esto le sabía mal, hasta se alegraría, hablando claro, que Elisa aceptase vengarla desu papá por los daños que le había hecho. En consecuencia, examinó pronto las llaves dobles que el pro- pietario le entregara de toda la casa que habitaba Elisa. Así como antes espiaba los momentos que la criada salía sola con la niña para agasajarla, ahora espiaba las tardes buenas en que Elisa rara vez salía un momento de paseo. Fácil le fué á Saunier pretextar pocas ganas de pasear la pri- mera vez que vió á Elisa salir. Encargó á Sebastián la vigilancia por si alguien en el paseo se le acercaba. Cuando perdió de vista á uno y otra, se dirigió inmediatamente á la casita de Elisa. Nada más fácil que recorrerla toda; y prevenido con ganzúa y llave in- glesa, abrió los baules, se sorprendió ante la arquilla, sospechó que allí estaba el dinero si algo había, y para no engañarse dió una manotada de prisa revolviendo la ropa hasta el fondo del baúl. Nada encontró. En un rincón había dos trozos de una carta rota. ¿Probablemente suya? pero qué le importaba. No la tocó siquiera. Era la de Biren recogida por Elisa. Para no detenerse más, en vez de descerrajar la arquilla, la tomó, la ocultó bajo su capa, y desapareció; habiendo antes echado la tapa á los baules, AN Y ñ RRA AA 2 A A A A A ”
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