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Novela histórica 443 —La responsabilidad es mía. La perversión fué mía, y me- rezco todo el rigor. De él fué sólo la flaqueza. —¿Y salísteis juntos de la Habana, y tú no sabes donde está? Elisa, tú me engañas. —Hablo en todo la verdad. Pero, mátame. Yo no puedo más. —¿Y qué pruebas de tu ignorancia me ofreces respecto al pa- radero de mi hermano? —¡Ay! mátame, ó llévame á casa. Aquí me muero de angustia y nunca acabo de sufrir. La prueba en verdad había sido demasiado dura. Elisa para mayor tormento no habia podido llorar, gemir, ni derramar una lágrima, y con el frio sudor de su frente había humedecido sus manos y la tierra. Se sentía desfallecer lentamente prolongándose la agonía lo indecible, y tan penetrada estaba ya de su muerte que consideraba un favor recibirla cuanto antes. Sí que quería volver á casa para darle las pruebas á que se refería; pero esto, más interesándose por León, que por amor á su propia vida. Car- los, con ayuda del cochero, la levantó, y ocupando los asientos del coche como antes, regresaron á la fonda. Tan fatigada estaba Eli- sa y con tal sobrealiento que no habló ni contestó una palabra en todo el trayecto. Cuando llegó á la puerta sacó del bolsillo tres llavecitas, y entregándoselas á Carlos, le dijo: no puedo más. Dé- jame acostar para morir en cama. Ahí tienes las llaves de mis baules y de una arquilla que hay dentro. Llévatelo todo; sobre todo el oro, las joyas y las letras de cambio, para buscar á Mar- tínez. No puedo darte mayor prueba de que no sé donde está, y de mi interés porque se encuentre. Paga al médico y al fondista, y por si me muero, déjales algo más para mi entierro. Si vivo, al sa- lir de aquí pediré de puerta en puerta el pan de cada día. Yo no sé donde está León, pero si tú, derramando oro le encuentras y lo que queda no basta para ponerlo á salvo dímelo, y sólo entonces volvería yo á mi casa por más oro fingiéndome arrepentida, ó di- ciéndole á mi papá que yo por vengarle, y por vengar á mi primo muerto, salí de Cuba tras él, y me volvía porque ya le había des- pachado de este mundo. Gasta, Carlos gástalo todo hasta mis vestidos, que si lo encuen- tras estará bien empleado, y si no, me sobra todo; no necesito sino la muerte. === e A nn A rr aj e sail

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