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A Es ze e E Sa Novela histórica 431 na, Elisa, ya vestida en traje de visita, ordenaba que pusiesen lue- go á su disposición el coche y el cochero de la tarde anterior. In- mediatamente fué servida. Por suerte suya, el Dr. Gorostarzu, que se había retirado por la noche más intranquilo de lo que manifes- taba, hizo la primera visita y muy temprano á la fonda, y encon- tró á las siete el coche todavía detenido en la puerta. Con ayuda del cochero, Elisa pudo ocupar el asiento. Juan Manuel había re- cibido en una tarjeta la dirección para Fuenterrabía, pero estaba dudando si marchar ó avisar á los amos; pues aquella señorita, tan pronto como ocupó el asiento, dejó caer la cabeza sobre la venta- nilla sin apoyo de la mano. En esta posición la encontró el médico, y sin conseguir llamar su atención, hizo que la trasladasen á la cama, encargando que no la dejasen levantar en todo el día. Ú MT AIN |

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