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E A 223 > ENS ¿abs dei Y MUA A II A CO Novela histórica 427 —Siento que la familia Martínez no esté para darle el pésame por la muerte del señor Coronel. —¡Otra que rediez! ¿Ha muerto el Coronel D. Guergorio Mar- tínez? —Así me lo acaban de comunicar en el último correo, encar- gándome una visita de pésame á la familia. —¡Hombre, hombre, hombre! exclamaba «el buen casero lle- vando su mano cerrada á la boca.—Y más que me lo habia yo en- figurau. Si á mí me golía mal una carta grande con muchos sellos que vino de Madrid el otro día pa la señora. ¡Hombre, hombre, hombre! ¡Pobre señora! ¡pobre señora! ¿Endemás si le decian eso? —Es lo más probable. Usted, por supuesto, se apresuraría á re- mitírsela para que no sufriese perjuicios con el retraso. —Si, señora; á posdata seguida la dirigí como hago con toda la correspondencia á Fuenterrabía, que es donde veranean con los parientes de allá hasta los fines de septiembre. Pero ahora me pe- na. ¡Hombre, hombre, hombre! —¿Es grande ese pueblo? ¿dónde está? —No sé. Peró debe estar por Andaya, ó por Bayona, porque de esos pueblos habla mi señora cuando viene de Fuenterrabía. Elisa no necesitó más. Ya por la tarde sabían todos que había muerto el Coronel, pues así lo habían escrito 4 aquella señorita rica que venía á dar el pésame desde Africa ó desde Inglaterra, de mucho mucho lejos. La infeliz, que había llegado á T... el sábado por la tarde pen- sando estar allí tiempo y tiempo, ya el lunes próximo muy de ma- fñana habría tomado otra vez la diligencia de regreso á Tudela. El veinticuatro de septiembre llegó á Irún, frente 4 Hendaya y Fuen- terrabía, y allí se detuvo. No llegó sola. Los emisarios de su padre la vigilaban siempre convenientemente. Pocos eran ya los veranie- gos del norte que quedaban en las hermosas y saludables playas del Cantábrico. Muy pocas las familias que de San Sebastián ó Ba- yona paseaban la carretera de Irún. Pero entre ellas estaba indu- dablemente la Sra. Viuda de Martínez, y nada más natural que á su lado estuviese tambien León. Hasta el 30 había dicho el administrador que se detenía la fa- milia en Fuenterrabía. En último caso, pues, preguntar; pero tiem- po tenía aún para salir en coche, cruzar la carretera, visitar la PPP —— e

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