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: A pa .. X ANAIS ADD: TIRA E D. Indalecio cerró la pequeña iglesia, y jugando con la llave entre sus manos se retiraba á su posada que era la misma de Elisa. A cuatro niños juntos encontró en el corto trayecto, y les oyó decir: ¡Cuántos cristalicos lleva en las manos y en las orejas! ¡Oh!... El buen sacerdote, algo extrañado, volvió la cabeza y les pre- guntó por qué no habían ido al rosario. Para contestar estaban. Los niños echaron á correr cada cual por su lado, pensando y temiendo que después de la pregunta, si se acercaba, vendrían á sus orejas las manos. Así lo hacía el otro cura. Aquí hay algo de nuevo—se dijo á sí mismo cerca de la posada, viendo alrededor las veinte ó treinta mujeres, que en el pueblo quedaban libres del trabajo para ir al rosario. —¿Qué hay de nuevo? —preguntó muy serio á todas sin dirigir- se á ninguna. —Nada, señor Vicario—contestaron varias. Y todas sorprendidas, cabizbajas y un tantico avergonzadas fueron desfilando por distintos caminos cada una á su casa, reunién- dose, por supuesto, todas otra vez ála vuelta de la esquina para los últimos comentarios y convenir en un mismo pensamiento: que al siguiente día habría pedricación pa ellas. Don Indalecio subió á su habitación directamente como de costumbre hasta que la patrona le avisase que la cena estaba ya en la mesa. Aquella noche la hostelera llamó á la puerta tan pron- to como sintió al cura entrar en su cuarto. —Pues D. Endalecio—le dijo —pues á ver si quiere V. esta no- che cenar solo ó acompañado. Pues ha venido una señorita inglesa ó africana ó no sé cómo decían las mujeres, y le he preguntado si quiere cenar con V., y dice que quiere cenar sola. Por eso se lo pregunto, porque antes es V., El buen cura llevaba sólo doce días en el pueblo, y era recién ordenado. La pequeña y mala casa parroquial contigua á la igle- sia se estaba derrumbando, y el Ayuntamiento había dispuesto al- gunos arreglos para que pronto pudiese habitarla el Vicario. No tenía más remedio que ocupar una habitación decente en aquella posada, descanso momentáneo del coche correo, donde sólo se detenía un pasajero si al llegar se encontraba enfermo sin ganas de pasar adelante. Otro, ya era raro. 2 - «9 A A AA es == : e : - A PAN A O A A nz A A A e A A A A RL a ITA

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