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Novela histórica 423 que él deberá guardar á su familia y á sí mismo?—Pues es verdad; yo no caía en eso. —Verás que la viuda del Coronel se opone y llora, que el cura interviene á favor del capitán para que en el pueblo se evite el escándalo, y después de alguna desavenencia, con más ó con me- nes voluntad, todos cederán, y asunto arreglado. Los ricos no lle- van nunca la sangre al río. En esta íntima conversación llegaron al pueblo inmediato los criminales. —Oye, Roque, ¿y qué diremos á la gente que vamos á hacer aquí? Porque en los pueblos todo se sabe; no sólo si hay forasteros, sino también de dónde vienen y á qué han venido. No están tran- quilos si nó. Digo, no está tranquila su curiosidad. —Llegamos en buena ocasión, no te preocupe eso. Yo hablaré medio español medio francés. Tú acabarás de hacer comprender mejor el motivo de mi viaje. Están próximos á la vendimia. Visi- taremos las bodegas, veremos las viñas, mucha palabrería aquí y allá, que nos vean dinero y no compraremos nada en ningún pue- blo de todos estos alrededores, dejándonos caer siempre, por su- puesto, á la hora del coche, donde más nos convenga. Lo hemos de saber todo desde aquí, porque por los pueblecitos cunde luego, que llegó hace poco el hijo del Coronel Martínez, que el Coronel ha muerto, que ha llegado un cubana y dicen que se casa con el capitán. Tú lo verás, Sebastián. El español estaba acostumbrado á ceder siempre á la última palabra del francés. El joven párroco de T... terminó su rosario en la iglesia y la Salve cantada, contestándole sólo y muy á disgusto, el monaguillo, porque también el niño quería salir 4 ver las comedias que habían llegado al pueblo. Todos los niños que jugaban á la pelota en el pórtico esperando el tercer toque, huyeron al oir á unas mujeres que decían: ¿Sabes, chica? dicen que han venido comedias á la posada. ¿Vamos á verlas? El cura preguntó en la sacristía al mocete si había dado justos los tres toques, que parecía había poca gente. El monaguillo se limitó á responder, que ni siquiera estaba la tía Tribucia, que no faltaba ninguna noche. No se atrevió á decir: han venido comedias, por temor de que se le dijese: no vayas. E ASEO o

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