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= pr ul a y "2 Ene ps > AP . E 5 , pa O EAS a Novela histórica 419 Después de la gran parada militar habían sufrido un desencan- to. Esperaban á Martínez, y como nunca llegaba, preguntaron por él, y les contestaron que había marchado á España. Y que efecti- vamente, en la Agencia lo habían confirmado. —¿Vivo y libre el deshonrador de mi hija?—exclamó el padre de Elisa sin miramiento ninguno ante aquellos malvados, ciego por la rabia. Y así con tales expresiones de ira se estaba desahogando contra Martínez cuando llegó el parte de su hermano. Ahí tiene la clase, señor—dijo el más pillo—él se ha lleva- do á... —¿A quién? —Pues á la señorita. —¡Rayo de Dios! La pluma se resiste á trazar las horribles blasfemias que salio- ron de la boca de Biren. Entonces telegrafió á sus agentes de Santander con fecha 2 de agosto, cuando ya llevaban los viajeros ocho días de navegación, que estuviesen á la mira en el puerto á la llegada del vapor «Antonio López» de la Trasatlántica, pues su hija se había fugado con un capitán y debían llegar en él, y que no los perdiesen de vista. Hasta poder tener contestación á este parte, Biren se limitó á encargar á los malhechores, sus fieles servidores, indagasen sin de- cir palabra del caso, pues podía ser muy bien que no hubiesen sa- lido todavía de la Isla. Cuando á los ocho días recibió la contesta- ción de Santander, inspiraba miedo en su ira á los mismos canallas sus cómplices. Rayaba en el delirio su desesperación. Todas las imprecaciones, todos los juramentos, todas las maldiciones del cie- lo, de la tierra y del infierno salían de su negra boca contra Dios, contra su hija, contra el capitán, contra sí mismo, y contra los mísmos criminales que tenía delante. La esposa era la única que quedaba libre de sus blasfemias. Sólo cuando para calmarle en sus arrebatos se le acercaba, diciéndole: hombre, Antonio, ya vol- veran, él la rechazaba irritándose contra el cura que la bautizó porque le había dejado juntas las dos m m, debiendo ponerle una primero. Entre los cuatro criminales había un panás despedido del semi.- nario de Burdeos sólo por falta de vocación y buena voluntad, más tarde licenciado de presidio; y había también un español que y AA AI TATI 2 a ia ED a TN - AAA A

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