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A A A és — — nn F CAPITULO 11 Segundo eslabon en la primera huida )| | humildemente pero con entera confianza, esperando de NOS tres meses después de su última entrevista en aque- | lla funesta noche del teatro, Elisa habló á su madre ella el sigilo y cuanto á juicio suyo podía esperar una hija des- graciada. La madre, horrorizada, pensó que no podía ni debía llevar sola tanta carga; y llorando y buscando á su esposo en el despacho se encerró á solas con él para comunicarle cuanto en secreto acababa de confiarle Elisa: Antonio, ála mitad del relato y sin inmutarse en nada, in- terrumpió á su esposa, diciendo: —Lo sospeché, Emma, lo sospeché al ver lo mal humorada que volvió de la confitería contra su primo la noche de La favorita. ¿Recuerdas? hasta hacerle marchar al si- guiente día á Guantánamo sin miramiento ninguno. Y él, por supuesto, no pudo marcharse sin tener antes una ex- plicación intima con Elisa. ¿Eh? Lo comprendo; todo lo compren- do. Mira... no me alegro, pero... -Pero si no es él quien nos ha deshonrado, Antonio', si no es él. Si es un miserable capitán. —¿Un capitán?... ¿Quién es? ¿quién es? —Decía el padre de Elisa buscando la pistola para ir al buque y dejarle tendido sobre cubierta sin más explicación. —Si no es de barco, Antonio; si es un miserable capitán de tropa. Tú ya le conoces. El que bailó con ella en la Capitanía.

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