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PI A 872 Historia de una Cubana que esquivar cien palabras de amor, cien veces y en cien tonos repetidas. Elisa, si yo también quisiera amaros, pero..... —Pero no me amáis... E —Es también insuperable la dificultad de vuestra posición para poder aspirar á vuestra mano. Yo preveo un justificado no y no me expondría á recibirlo por atención también á mi padre. —Martínez... yo te daré mis millones, ó prescindiré de ellos. La escala del amor facilita el ascenso al más humilde y el descen- so al que está más elevado. Prefiero contigo la miseria, el hambre, la muerte... sí, la muerte y la deshonra y..... Martínez no pudo evitar que enloquecida de amor y llorando Elisa se le echase al cuello. El con su boca le impidió terminar la frase. Media hora hacía que la función estaba concluida y ellos no se habían dado cuenta. Martínez se retiró confuso, avergonzado, arrepentido. Elisa llamó á sus esclavas, tomó el coche, y en todo el largo trayecto hasta su casa no podía coordinar sus ideas ni explicarse lo que había sucedido, ni dormir después, ni descansar en toda la noche. Los festejos por el anuncio de las bodas reales continuaron con tanta animación como si de hecho se hubiesen ya realizado, pero Elisa y Martínez no se vieron más en ellos. »
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