BCCPAM000521-3-32000000000000

TR AO, pesas , Me A E > SAT Novela histórica 365 —Así pues, ¿creéis que yo no tengo ningún defecto? —Si, lo tenéis, y si queréis os lo digo. —¿Con toda la franqueza? ¿Tal cómo lo sentís? -——Por qué no? Digo siempre lo que siento. —Y pues ¿cuál es mi defecto? —(Que no fumáis. —¡Ajá! De modo que si yo enciendo un cigarro ¿hete el hombre más perfecto? , —¡Ah! porque estamos bailando no lo comprendéis. Pero figu- raos que al concluir la habanera nos sentamos en ese canapé. Es cierto que yo descansaré saboreando un habano, y vos haréis con- traste. Yo seré una perfecta cubana, ¿y vos? ¿No os faltará por lo menos la perfección del cigarro? —Elisa; si así queréis llamarla, os puedo desde luego asegurar que esa perfección no me falta. Cierto que la practico rara vez, porque, hijo de un padre que por prescripción facultativa tiene el tabaco prohibido desde niño, yo, habiéndome educado junto á él, no he salido aficionado. El baile acababa. Elisa ofrecia un riquísimo cigarro á Martínez indicándole para sentarse el inmediato canapé. León recibió el puro y lo encendió prendiendo tambien el de Elisa, pero dándole las gracias se retiraba sin aceptar el asiento. —¿Por qué—opuso Elisa suplicante—no os sentáis, siquiera estos momentos en que todos descansan ya para retirarse? —No; no me siento, porque sentado junto á vos, el contraste no sería ya de la insignificancia de un cigarro, Se notarían más otros contrastes; resaltarían más otros defectos. —Hablad, Martínez, explicaos, —decía Elisa cadenciosa—no 08 comprendo, no sé de qué falta habláis. —De la de vuestros caballos, coches, palacios, ingenios y mi- llones. ¿No os parece que son faltas, muchas y muy grandes para que no resalten en un mísero capitán de infantería sentado junto á vos? —Martínez..... —Elisa..... Sé que me amáis... —Con toda mi alma. —Lo sé hace tiempo. —Pues te has portado como un ignorante ó como un indiferente,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz