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CAPÍTULO PRIMERO Primer eslabón gozoso de una cadena dolorosa L día 5 de abril de 1846, el Ministerio español formado por Isturiz, anunciaba la boda de S. M. la Reina doña (M3 Isabel II con su primo el Infante D. Francisco de Asís; y á la vez la de su augusta hermana la Serenísima Princesa de Asturias D.* Luisa Fernanda con el Duque de Mompensier. Con este doble motivo hubo en Cuba, como en toda la Penínsu- la, grandes regocijos privados y públicos. Especialmente el ele- mento militar se distinguió por su alegría en todos los festejos. El Capitán General de la Habana dió un gran baile de gala en unión de los Jefes del Ejército, invitando oficialmente á la aristocracia, á la Banca y al Comercio. A ese baile de etiqueta asistió el Capi- tán Martínez, llevando la representación personal de su padre que era Coronel de un Regimiento, pero que no podía asistir por aquel entonces á causa de un ataque de parálisis. El gran salón de re- cepciones de la Capitanía General fué adornado con lujo regio, gusto exquisito, profusión de luces y macetas delicadas que tibia- mente embalsamaban la atmósfera. Todo presentaba un golpe de vista maravillosamente encantador. Las cubanas sabían el buen gusto artístico de los militares para entrelazar flores, luces, bayo- netas y banderas; y ellas por su parte querían corresponder con sus toilettes y superar el esplendor militar. Modistas, joyeros y co- merciantes, todos padecían vértigo bajando y subiendo telas de raso, de damasco, de brocado, de tisú; abriendo y cerrando estu- ches con anillos, pendientes, pulseras, brazaletes, collares, bro-

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