BCCPAM000521-3-32000000000000

354 Equivocación... para llevar una copita 4 Bamberg, y desapareció. Hereford se caía á pedazos del sueño que le dominaba. No había dormido la noche anterior. Se sintió algo molestado. Todo lo atribuyó á la falta de descanso, y se acostó temprano, y no se levantó más. Al asistente camarero se le dejó el triste honor de encontrar muerto á su señor cuando entró el desayuno por la mañana. Estaba el General tendido en su lecho con alguna contracción en la boca, y los puños como apretando la sábana con algún esfuer- zo. Dió aviso espantado, alarmó á todo el servicio que encontra- ba á su paso hasta llegar á los camareros de sus señores. Martina estaba en cama verdaderamente enferma. David, aunque abatidi- simo por los remordimientos de su obra obligada, como aún tenía que cumplir más preceptos, se levantó aparentando pesar y extra- ñeza y fué á ver á Hereford. Behring, Schorch—exclamaba-—pero sabía él muy bien quien debía extender la defunción, y ordenó que se llamase inmediatamente al Dr. Schorch. Rato hacía que este masón esperaba impaciente el aviso y se presentó al cuarto de hora al dormitorio del General. Un poco de pamema, un qué ha sucedido, á qué hora se acostó, abrirle y cerrarle los dos ojos, y pedir tinta y papel. Certificado: Muerte repentina por congestión pulmonar. Puede avisarse á Palacio Real y á la prensa. A nadie mejor que á él le constaba de qué habia muerto el Ge- neral. Embalsamar el cadáver lo haría él, y algún otro tal llama- do por él. La noticia salió luego de casa, y hubo sentimiento verda- dero por la muerte de aquel bizarro General, de nombre inglés que si hablaba muy mal la lengua alemana, había ganado en cam- bio para Alemania en Austria y Francia famosas batallas. Tam- bién se supo pronto la desgracia en la Comunidad de Sor Francis- ca, y ésta se encargó de llamar á Sor Leona y prevenirla, El Ca- pellán salió inmediatamente de casa con algo que tenía y bien guardado. El entierro debía ser protestante, por supuesto; y no sólo eso, sino que la logia debía decorarlo con todo aparato de pa- labra y obra, hasta depositar los restos en el panteón de familia, después de los discursos de rúbrica. Habia sido miembro ilustre desde sus victorias en Austria, y era ilustrísimo para el mandil ostentarlo. A nadie le constaba más. Martina y David no querían ni prestarse á recibir el pésame de nadie. Allí tenían á Schorch

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz