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Novela histórica 27 gracias á Dios no era papista. (1) Un día fuí llamada con toda ur- gencia por mi amiga. Sin previo aviso, guiándose por una simple tarjeta de atención y gratitud que Klopstoch le dejara, acababa” de llegar el joven que le libró del asalto. La alegría de aquella casa era indescriptible, rayaba en locura. Klopstoch le abrazaba y llamaba su providencia que á los gritos de socorro le había salva- do de los asesinos salteadores á la entrada del hotel. Su gratitud fué hasta donde no se podía esperar. Sé que sois libre,—le dijo— ahí tenéis á mi muy amada hermana. Si os agrada, si os agradáis, llenaréis mi vida de felicidad pudiéndoos llamar mi hermano. Pronto comprendí yo que á mi amiga no le era indiferente aquel arrogante joven y apuesto caballero, Hereford se limitó á dar las gracias con fina delicadeza, pensando que aquello podía ser pasa- jeras atenciones, del momento y nada más. Pero ¿cuál no fué la sorpresa cuando á los veinte días de hospedaje, llamado por Klops- toch, y entrando al mismo tiempo que mi amiga entraba por otra puerta, Klopstoch les dijo: acercaos á mi? Os ruego que os queráis, que mostréis vuestro consentimiento y os cascis. Yo tengo muy poca vida. Sed los dos dueños de toda nuestra fortuna. ¿Tenéis al- gún inconveniente que exponer? Hereford palideció. Miró á mi amiga deseando que ella expu- siese alguno insuperable, como estar ya comprometida, etc.; pero mi amiga había hablado ya con su hermano, recogió la mirada de Hereford como la esponja recoge el agua, y bajó sus ojos en señal de asentimiento. No tenía ningún inconveniente. El silencio se pro- longaba demasiado. Por fin habló Hereford, cambiándose esta vez los papeles. Os pido—dijo —un plazo para deliberar. Dos meses de tiempo. Al día siguiente escribía una carta y la enviaba al correo (1) Decía San Cipriano que se conocía la. verdadera Iglesia en que sus ene- migos todos la combatían, dejando en paz á los herejes novacianos (siglo ter- cero). Este pasaje de S. Cipriano nos revela cuan antiguo es un hecho que se observa hoy día, y debe fijar la atención, pues él solo prueba dónde está la verdad en las diversas religiones, que se las disputan como propia y exclusiva- mente, suya. No hay cosa más frecuente en paises protestantes, que encontrar familias en las que padres é hijos profesan cada uno por separado sectas dis- tintas, de las muchas que ha producido el protestantismo. El día de domingo salen todos juntos de casa, y sepáranse en la calle para ir cada uno á su tem- plo respectivo, volviendo á reunirse en casa después de los oficios, á pasar el día y vivir como de costumbre, en la mayor armonía. Pero sucede, quese hace católico uno de ellos..... ¡inde vise! se le insulta, se le persigue, y se le niega el pan y la sal, y es arrojado de la casa como oprobio de la familia. Téngase presente esta nota para adelante.

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