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SR e o . Po Novela histórica 341 blanca y hermosa barba, alzó el cuello, estiró la pechera y acomo- dó los puños de su brillante camisa, y luego hizo cariñosa seña á los novios para que se acercasen. Fué necesario que á Orlando advirtiesen la seña. Estaba él distraído hablando con su cura párroco. Este había notado la pre- sencia del Pastor, pero no Orlando. De modo que al decirle al buen señor pasemos á esos sillones del centro que están preparados, el cura le hizo notar la presencia del Arzobispo protestante. —¿Cómo? No puede ser. Si yo dije 4 mamá que de ninguna ma- nera transigiría. TEA A Hizo seña á Martina, y ésta al presentarse le preguntó altiva: -—¿Qué? ¿qué te detiene? —Mamá... ¿qué conflicto? ¿No te lo dije y muy serio que no, que no transigiria, y que aquí mismo acabaría la boda antes de empezarla? Pues una de dos, ó se retira ó me retiro. Raquel estaba ya ante el Pastor esperando á Orlando y ni sos- pechaba lo que sucedía. David no se veía por ningún lado. Si que decían estaba en cama con gran pena de no poder asistir, pero el General sabía muy bien que donde estaba era en la logia, espe- rándole á él, y siendo causa de tan oportuna ó importuna llamada. Martina no sabía á quien acudir. Todos miraban con ojos torvos, pero nadie profería palabra Persuadida estaba de que le darían la razón, pero Orlando no cedería ya. Y ¿cómo ir al Venerable Pastor, al Arzobispo de Berlín, á decirle que cediese á un cura pa- pista aquel lugar que sólo á él por derecho propio le correspondía? Una segunda seña del Arzobispo hecha con la mano, con la ca- beza, sacó á Orlando de su actitud de resistencia; se acercó al Pastor, y parándose en firme le preguntó: -¿Qué se ofrece, caballero? --Veo que estáis de buen humor, Coronel. —No lo pierdo nunca; pero hay momentos tan serios en la vida, que en ellos el buen humor sería una irrisión y una burla. Por eso, muy serio os pregunto: ¿qué se os ofrece, y para qué me llamáis? —El llamado he sido yo—replicó más grave el Arzobispo. —Preguntad el para qué á quien os haya llamado. Vos me lla- máis á mí, y por eso yo á vos os lo pregunto. Silencio profundo en todo el salón, expectación y asombro. El astor inquiría con su mirada inquieta dónde estaba Martina.
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