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Novela histórica 335 Hubiera querido correr tras de su mamá al Palacio Klopstoch, pero sin llamar la atención de sus modistas. No era posible ausen- tarse y dejarlas paradas, y tampoco podia calmar su excitación nerviosa. Las modistas ganaran más con que se hubiera ido. No se atre- vían á decirle nada ni á echar la tijera, y se veían obligadas á re- petir muchas veces la misma medida, Jamás salía el mismo nú- mero, ni en milimetros ni en centímetros. Era una anguila que cuanto más se la quería sujetar, más se iba de las manos. —Hijo mio—decía Martina á Orlando—por fin puedo darte gusto. Sólo te ruego que no perviertas á Raquel; y si Dios te ben- dice dándote familia, que eduques bien mis nietos en la religión de la Biblia, en la pura fe de la Reforma. —Yo cumpliré fielmente con mis obligaciones, mamá, pero no son esas, sino todo lo contrario. Martina no quiso disputar, no era ya tiempo de polémicas con él. Yase lo encargaría ella más en paz á Raquel, y ésta lo cumpli- ría mejor, pues los hombres son más descuidados, y los hijos se educan como quiere la madre. En lo cual, por supuesto, Martina se engañó con disgusto de muerte; pues sólo á condición de dejarle cumplir con esas sagra- das obligaciones, Orlando había prometido casarse con Raquel, y Orlando cuidó de la educación de sus hijos en el catolicismo, tanto y más que de los millones que habían de heredar. Tenía ya obtenida para tal matrimonio, la licencia de su Iglesia Romana, sin la cual no se hubiera casado, porque sin ella no debía casarse. Martina había pensado hacer de su catedral un edén para el día de la boda, trasladando á su recinto todas las flores del paraíso terrenal. Cuatro rios embellecerían su Iglesia en ese dia, el río de la riqueza, el río de la elegancia, el de la nobleza y el de la her- mosura; todo perdiéndose en un mar de luz bajo una atmósfera ti- biamente embalsamada con aromas celestiales. Debía celebrarse la boda en lugar privado, según se lo hizo notar Orlando á Martina con disgusto de ésta. El no iría á Catedral protestante porque era católico, y Raquel porque era protestante no sería admitida con el ritual romano en en la Iglesia católica. Los Palacios de las dos familias estaban enclavados dentro la A IO A A

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