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idol Ñ rr rra PA ¿iia INS ac dd o AA NA + 334 Equivocación... —Es lo que me conviene. —Ni siquiera con mi presencia material; pretextaré cualquier indisposición. ¡Oh!.. me vá la vida Martina, mi vida. Y Bamberg diciendo las últimas palabras se entró y encerró en el cuarto donde se quitaba el gorro, donde se ponía de rodillas, y levantaba las manos puras al cielo, y miraba enternecido hacia Jerusalén donde se dejaría ver Rey poderosísimo, el Mesías cuando viniese. Y ahora, en esta ocasión aflictiva, rogó al Dios de sus padres Abrahán, Isaac y Jacob, apartase de él y de su modesto vi- vir tribulación tan grande. —Raquel... ¿qué haces? ¿donde estás? —Espérate un momento, mamá, que... espérate... —No hay espera que valga—dijo Martina pulsando y abriendo la puerta á la vez—estoy impaciente por ser la primera en felici- tarte, y siento no encontrar aquí á mi hijo Orlando, para daros ya la bendición primera. Raquel, medio desnuda, estaba con sus modistas tan apurada, como la premura del tiempo requería. De todos estos preparati- vos, Martina no sólo nada sabía, sino que se hacían contra su vo- luntad, y á hurtadillas porque se oponía. No sorprendió poco á Ra- quel la actitud de su mamá. Pensó luego si sería una delicadeza por encontrar con su hija gente extraña á la familia. Pero nada de eso, pues dándoles ánimo á trabajar muchas y mucho, pronto y bien para dentro de ocho días, dijo que iba enseguida á llevar la noticia al Palacio Klopstoch. Al General lo encontraría ocupadisimo, pues tenía trabajo para días. Estaba separando todo lo que era exclusiva propiedad de su hijo, y ordenando el testamento á gusto de éste y de su hija, de- jándoles por igual, señalando á indicación de ellos algunas dispo- siciones, y todo esto, naturalmente requería tiempo, porque Here- ford había formado un regular capital con sus economías de usu- fructuario, con el millón que le dejara Klopstoch, y con sus pagas casi intactas. Raquel, sin poderlo remediar, temblaba por la impresión que su mamá le produjo. Temía que aquel aparente regocijo llevase en- vuelto algún complot terrible contra Orlando, pues la noche ante- terior le habia dicho: «mañana quedará todo arreglado», como quien dice; mañana no quedará ni la posibilidad.

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