BCCPAM000521-3-32000000000000

Novela histórica 23 de un miembro, ni hacer llorar á V. S., lo dejase morir. ¿Estáis conforme conmigo, señora? En eso sí. —¡Ah! Pues mayor diferencia que la de un miembro respecto de todo el cuerpo, hay entre la vida temporal y la eterna. Y tanto si los enfermos son nuestros como si nó, bien se les puede amargar un momento cualquiera de la vida, bien se les puede quitar un ins- tante de farsa de paz, para que no lo pierdan todo, perdiendo la vida eterna, y resultándoles amargura total. -Si son nuestros, no. No necesitan eso. -Para condenarse, no. ¡Oh, señora! no son los vuestros de me- jor condición, ni están mas rociados de la gracia, ni tienen privi- legio para no sujetarse á lo que en nombre de Jesucristo se exige al hombre y se sujeta el católico. No creer en el infierno, como no creer en el sacramento de la confesión, no es argumento para que no lo haya, como tampoco será ningún título para quedar irres- ponsable. —Pero de todos modos, á vosotras, ¿qué os vá ni os viene, qué ganáis ó perdéis con eso? Al contrario, os hacéis antipáticas á los enfermos y buscáis conflictos con los médicos, con las familias y tal vez con el Gobierno aun siendo católico, por invadir terreno que no os corresponde. —¡Oh! señora, poco á poco. Por derecho propio no podemos pi- sar ese terreno de exclusiva propiedad de Dios y del individuo, como por autoridad propia, por grande que sea, tampoco el (7o- bierno, sea ó nó protestante, puede impedirnos explorarlo. Pero comprenda V. $,, que si nuestra misión estuviese reducida á llevar un caldo, arreglar una cama, ó vendar una herida, nuestra misión estaría concluida. Diré mejor jamás hubiera empezado. No es esa nuestra ocupación apostólica y nuestro altísimo fin. Eso se queda- ría para un oficio y oficial como otro cualquiera, mecánico, y mer- cenario y laico. No necesitábamos, ó por lo menos, no abrazamos este estado, en vez de otro, atraídas por el aroma del ácido fénico. Lo tomamos como medio para misión mas alta, noble y digna. Si ésta nos estuviese prohibida, dejaríamos esu otra ó la dedicaría- mos á nuestras familias, donde también hay enfermos. Si no nos servimos de este medio para llenar nuestra principal misión y vo- cación divina, no se cumple en nosotras la voluntad de Dios, que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz