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Novela histórica 21 po turbada y perdida en conjeturas, dijo á la Religiosa: —Sentiría molestaros. Cuando gustéis tenéis vuestra alcoba prevenida. Lo mismo puedo hablaros mañana lo que quería deciros. —¡0h, no, señora! Sólo si me lo ordenáis consentiré en retirar- me. Os ruego no me compadezcáis, pues ya había descansado de día para velar en el hospital y he venido prevenida para perder la noche. Sin embargo, estoy á vuestras órdenes. —Me place vuestra franqueza. Quedaos. Yo no sé si os moles- tarán mis palabras, mis preguntas ó mis apreciaciones, pues jamás he tratado con papistas. —Señora, no creo tengáis el ánimo de ofenderme por el gusto de ofenderme. Sabed no obstante que si me ofendéis con intención ó sin ella, estáis también de antemano perdonada, Gracias. No es esa mi intención. Y puesto que me inspiráis toda confianza, sólo espero vuestro permiso para haceros algunas preguntas antes de iniciaros en el estado de mi hija. —Señora, no necesitaré saber... —Pero acaso lo necesitaré yo, y así os ruego... Estoy, señora, á vuestra discreción. —Contestadme, pues. He oído decir que atormentáis á los en- fermos con ansiedades de conciencia. —Nunca, señora. Al contrario, les aquietamos la conciencia si ellos nos exponen sus ansiedades en algunas horas de amargura 6 peligro de mnerte, y jamás sin ser llamadas, traspasamos los um- brales de la conciencia de nadie. -¿No les hacéis confesar por la fuerza, ó atemorizándoles con caer si nó en lagares de fuego? —Jamás, señora, jamás. Es nuestra primera obligación en nuestro estado de caridad iluminar á quien nos pide luz; mas nun- ca por la fuerza desterramos las tinieblas. El sol es siempre luz, siempre calor, y donde entra, entra la salud y la vida. Mas por ga- noso y cercano que esté de las puertas y balcones, no es el hura- cán que por entrar violentamente abre; jamás hace violencia para entrar á iluminar y calentar las habitaciones que voluntariamente se le cierran. Si el sol tuviese conocimiento, con pena se quedaría, pero se quedaría fuera. —Pues yo he oído y también leído, que algunas y algunos de vuestro rito, fervientes adoradores de un solo Dios, han caído en

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