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Novela histórica 277 verde, en la cual Palmira le aunciaba algo que entonces no le hizo ruborizar, sino alegrarse y desear volver cuanto antes á Berlín. Y volvió con más bríos que de nuevo, y procuró extinguir las luces que se encendieran en su alma, y combatir los convenci- mientos que adquiriera su razón, y se entregó en cuerpo y alma á todas las exigencias y á todas las satisfacciones de la pasión que Palmira excitaba y aumentaba en su ardiente juventud, y cuando más aprisionado estaba en brazos de la sirena que le tenía encan- tado, vino á arrancarle de ellos la guerra franco-prusiana, pero allí dejó su corazón. Cuando se encontró en la cama del hospital y en pleno conoci- miento, recordó muy al vivo las palabras del Prelado de Munich: «Sería muy duro para vos, hijo mío, dar coces contra el aguijón, conocer la verdad y correr tras el error, oir la voz de Dios y en- durecer el corazón. El Señor os derribaría del caballo como á Saulo.» Verdaderamente Orlando había escapado de las puertas de la muerte y del infierno; y reconocido al mismo que del caballo le derribó, dijo resuelto como otro Pablo: Señor, ¿qué queréis que haga? Sor Leona parecía la encargada de contestarle, y de quitarle, como otro Ananías, las cataratas de sus ojos. Ya sabemos el cuán- do, el cómo y sus efectos. Poco después, al marchar la familia á Berlín, recibió la primera carta de Palmira por conducto de Behring y Schorch. Después de una batalla dificilísima en la cual á cada instante se sentía sucumbir y tanto más porque adivinaba el contenido de la carta, (1) consiguió ia victoria de sí mismo, rompiéndola sin abrir. Palmira, después de expresar sus ansiedades por las primeras noticias desgarradoras de su muerte, le decía: que era padre, que ella había quedado bien, y que tenía un pequeño Orlando con los ojos tan hechiceros y la boca tan deliciosa como su padre. Wal- dersee no lo ve, porque sólo me ve á mí. Pero es tuyo, tuyo, yo misma no podría negarlo. Ven pronto, ven á mirarte en este espe- jo y verás tu propia imagen. Yo le llamo mil veces Orlando... pero (1) Que era padre.
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