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PA E ad PND y po IS 270 Equivocación... de Wallembug; pero de los dos, sólo de uno era también amada. Por desgracia, ella amó más á quien sólo la admiraba. Waldersee llevó 4 Orlando como su más grata compañía á salu- dar juntos á la baronesa cuando ésta se sentó después de un baile. A primera vista notó Palmira con ese instinto propio de la mu- jer, quién iba porque amaba, y quién porque acompañaba, no obs- tante que los dos á cual más la agasajaban. Ella estuvo deferentísima con uno y con otro hasta creer ellos después que la baronesa no sabía quién iba directamente por ella. Cualquiera de los dos era digno de su mano, y convenía á su mer- mada fortuna; pero ella hubiera elegido en todos conceptos á Or- lando. Se propuso en consecuencia dejarse querer sin mostrar pre- ferencias, pues le convenía ser amada de uno de los dos, y no que- ría manifestar su amor con peligro de quedarse sin el uno y sin el otro. Así los entretuvo más de un año. Palmira disponía de su elocuencia natural á gusto de todo el que la escuchaba. Jamás llegó á cansar á nadie, y era sorprenden- te el ingenio inagotable y la gracia siempre nueva de su hablar. Si mucho la había amado Enrique cuando sólo de lejos la salu- daba y oía, hemos de decir, que enloqueció por ella desde que tuvo ya entrada en su Palacio. También Orlando pasó luego de la admiración á la simpatía, y aunque quiso detenerse en los limites del amor sin traspasar su dintel, no dejó de decir á su amigo que si él nose casaba con la baronesa por oposición de su familia, se lo avisase, que acaso..... Así, sin más, como quien tiene aviso de un tercero que mostrase su sentimiento por haberse rezagado. Esto acrecentó más en Enrique su grande amor. Intención tuvo también Orlando de proponer á su amigo dirigirse á Raquel, por- que no había de encontrar más hermosa y rica á la vez. Pero esto era una villanía, exponiendo á su íntimo amigo á una injusta nega- tiva, como la habian recibido tantos otros. Además que Enrique estaba tan convencido de que Raquel era el partido de Orlando, como Orlando lo estaba de que jamás Raquel sería la elegida de su corazón, pues veía muy bien que pasarían su. vida como las arenas de la playa, siempre juntos, pero jamás unidos. Guardar esto en silencio le convenía para no engendrar temores en su amigo. Por otra parte Enrique no aspiraba á tanto; le llenaba por

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