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fu pa po mn E 4 E A A A E Pe Ea k E 18 Equivocación... salón, quería levantarse, llamaba á V. S. muy agitada, y servido- ra juzgó necesario avisar. Su Señoría no estaba y entró su papá; y luego entró también el viajero mismo que al salir yo, acababa de llegar al hospital. Le recetó, y ahora descansa. —¡Ah!... bien. Me lo explico. ¡Pobre hija mia! ¡cuán desgracia- da! Podéis dejarla sola. —¡Señora!... —¡Ay sí! No despierta ni para abrir los ojos, ni para sonreir, ni para llorar, ni para hablar á sus anchas. Lo hace todo alterna- tivamente, y á veces simultáneamente, y toda aletargada. Maña- na se encontrará sumamente abatida, pero intentará levantarse. Y tanto si os ha tomado confianza, como si nó, ella cansándose más creerá descansar su abrasada cabeza hablando lo de siempre con más ó menos incoherencia y desorden. Bien será que sepáis á qué ateneros, y que en nada le contradigáis, ni la advirtáis que por- que se canse calle, Ante todo, ¿habéis comido?—¡Oh! comi al salir del Hospital. Me siento muy bien, y puedo esperar. Agradezco, se- ñora, sus cuidados. Un asistente se presentó en la alcoba llamado por el timbre. —¿Qué manda su Señoria? —¿Dónde está el General? En el despacho, escribiendo y conversando con el esposo de $. $. —Pronto un té para mi, y de comer para esta señora enfermera. En seis minutos quedó todo servido. —Dispense mi señora, ¿se ha de preparar habitación?... —5Í; inmediatamente. —¡0h, no! Gracias, señora. Servidora pasaré la noche velando la señorita. Os he dicho que no os necesita. Ruego me tratéis con igual confianza que á mi hija. —¡Perdón! Disponed de mí, señora. —Gracias. Samuel, arregle V. cuanto antes esa salita contigua y puede V. retirarse. ¿Su gracia, señora enfermera? —5Sor... hermana Francisca de Sales, servidora de vuestra Señoria. —¿Hermana... ¿de quién?

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