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“Y Ñ Ml IAS e ali RSS Pa A A A 256 Equivocación... —¡Ah!... es que es peor aún que el demonio. El demonio abo- rreceé el papismo, y él lo ama. Es papista. ¡¡¡Oh!!!... Y de su boca salía toda la familia real, incluso el Rey Guillermo, que no dejaría de ponerse de su lado á una indicación suya, cuando ella le dijese que antes la muerte que tal boda. A medida que rabiaba y se desahogaba hablando, Raquel de- ducía que algo favorable á su deseo había sucedido en el convite. a ero si el Rey no ha tomado cartas en el asunto ¿de qué me sirve ese viento favorable?—pensaba Raquel para sus adentros.— Mamá está dispuesta á inclinar la voluntad de S. M. contra el pro- yecto. Pero si S. M. R. se ha declarado á favor al salir esa con- versación ¿á dónde llega el frenesí de mamá que quiera ponerse frente á frente con el Rey? No se qué me dá más miedo, ni qué me dá más esperanza, si el favor del Rey, ó la amenaza de mamá. Creo que temo más su oposición. Tan luego como Martina se retiró á llorar más libremente, Ra- quel pidió lápiz, y escribió á letra corrida todos esos sentimientos, deducciones, esperanzas y temores, y lo envió todo á Orlando ro- gándole que no viniese, pues mamá se presentaría otra vez para impedirles hablar. Pero que le escribiese lo sucedido porque esta- ba muerta de inquietud. Orlando le contestó, que en el mero hecho de haber tomado la iniciativa el mismo Rey, preguntando cuándo se casaban y que cuanto antes mejor, aseguraba ya el éxito. Porque, siquiera se le hiciese saber su ingreso en el catolicismo, esto distaría mucho de ser una observación hecha al Rey contra sus palabras; y mucho más distaria de ser una súplica para inclinar su real ánimo á la oposición. Y que sobre todo consideraba imposible que se atrevie- sen á proponer al Rey pronunciase una palabra en contra de lo que ya había dicho. En todo caso, si alguno, de dentro ó de fuera de la familia real, se atreviese á hablar al Rey, S. M. es pruden- tísimo, y á lo más se callaría; pero nunca se dejaría conocer que estaba conforme con la oposición que se nos haga por causa del papismo. El no recogerá sus palabas, y mientras no las recoja ten- dré yo donde apoyarme. Y no creeré fácilmente á lo que puedan hablarme en nombre de S. M. R. Tendría yo que escuchar de sus augustos labios lo contrario del convite. Además, mamá no hará nada sin consultar á Birmarck.—Raquel hizo un propósito de en-

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