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Novela histórica 247 Raquel estaba en un estado realmente lastimoso. Orlando no tenía motivo para pensar de ella que hubiese recibido una puña- lada, pero la veía herida, desangrándose, y toda ya ensangren- tada. De su brazo izquierdo fluia abundante sangre, y con la mano derecha blandía sin cesar el finisimo cuchillito de postre con que ella voluntariamente se había herido. Su incesante esgrima como de loca furiosa impedía, aún á Orlando, acercarse para cerrar la herida. —Raquel ¿que es esto?—Con toda la energía de su voz. A este grito terrible salió ella de sí misma abriendo los ojes y sin detener la mano en su maniobra homicida. —¡Ah! ¿eres tú? Dime Orlando, ¿has jurado á tu papá sobre la cruz de la espada no casarte conmigo? —No, he jurado lo contrario. —Júrame también á mí lo mismo. —Te lo juro, si Dios no se opone. Por los hombres no lo dejo. —¿Y también si no tengo un céntimo de dote? —Mejor. Me casaré más tranquilo. Precisamente... Orlando se contuvo á tiempo en los límites de la prudencia; pero tuvo vehementes deseos de decirle, precisamente tenía yo intención de no aceptar tu dote en toda mi vida, porque si en prensa de justicia Dios exprimiese tu colosal fortuna saldrían fuen- tes de lágrimas y ríos de sangre, que sonrojarían mi rostro y es- caldarían mis mejillas. Raquel dejó entonces que Orlando se acercase á vendar la he- rida, por la cual una vez abierta, quería irse en sangre pensando en él dulcemente hasta el último momento. —Me han matado, Orlando,—le decía, —me han matado. Mamá habló con Bismarck, con tu papá, y no sé con quien más. Después de mil recriminaciones, promesas y amenazas inútiles, me ha pre- sentado un papel para que yo lo firmase renunciando á ser tu es- posa, como el que tú habrías firmado ya á tu papá. Tomé el papel y viniendo aquí me abrí una vena y firmé así: Yo, Raquel Bamberg, juro por la Biblia y firmo con la sangre de mis venas, tirarme de cabeza al pozo ó por el balcón á la calle si no me caso con Orlando. Mamá asustada quiso cerrar la herida cuando la llevé el papel, pero le amenacé ensangrentarla á ella también antes que dejár- mela cerrar, sino juraba ella misma por la Biblia dejarme casar tii
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