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CAPÍTULO XVI €quivocación..... feliz ONTRA todo lo que Orlando se había figurado, Martina, durante la cena, apenas habló palabra, y todo referen- '6>X%3) te al convite intimo del Palacio Real para el siguiente día. El General hablaba menos, Bamberg nada, Raquel, más que hablar y comer, suspiraba y lloraba. Orlando no tuvo nada que preguntar; sólo contestar algún sí, algún nó; comía y observaba. No le cabía duda de la celebración del conciliábulo, y según le anunciara su padre por la tarde, luego después de la cena, sin duda le llamaría. Y no fué asi; sino que levantándose de la mesa el General, Martina y Bamberg, se retira- ban, quedando el solo con Raquel. —Maldito si entiendo nada de lo que está sucediendo, dijo á Raquel. —¿Y tú por qué lloras? —¡Orlando, Orlando! Raquel dió un agudísimo quejido, y apoyando los codos en la mesa y descansando la cabeza en las manos siguió llorando sin pronunciar palabra. Martina impaciente, y admirada de que su hija no la hubiese seguido cuando ella se levantó y retiró, volvió atrás, y desde el vestíbulo gritó colérica: ¿Raquel? Esta se levantó llorando aún más amargamente, y desde la mi- tad del comedor y oyéndolo su mamá, dijo: —Orlando... te dije que sólo peligrando tu propia vida me con-

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