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e Novela histórica 227 á lo que se trataba, no siendo dinero. Entonces tenía como estáti- cos en el asunto, corazón, potencias y sentidos. Sólo de cuatro en cuatro años se paraba un momento á pensar en sí mismo y enel Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob para darle gracias de su prosperi- dad y rogarle aumentase sus caudales. Era entonces verdadera- mente devoto. Se ponía de rodillas, besaba humildemente en tierra, levantaba confiado sus ojos y brazos al cielo, volvía su rostro arro- bado hacia Jerusalén, y hasta se quitaba el gorro dejándolo en el pavimento, y juntas las manos oraba dos minutos ó tres con la cabe- za inclinada. Luego se levantaba compungido, y pesaroso de no te- ner tiempo para hacer eso mismo con más frecuencia; y algo así co- mo bendecido con bendición celestial, lleno de fervor y ungido y em- pujado por la devoción, iba á registrar todos los negocios de su ar- chivo á ver si con la nueva ayuda de Dios podía subirlos á un 76 por 100. ¡Qué hermoso era, despues de la oración, el libro de prés- tamos con tantos números! Le parecía la escala de Jacob que des- de su despacho llegaba al cielo, y por cuyos peldaños bajaban y subian los ángeles llenos de divinas y humanas bendiciones. Verdad que pasaba por encima de protestas, ayes, lamen- tos y lágrimas de sus clientes, porque nunca faltan ingratos al Dios de sus padres; pero así como un Rey, por rico que sea, defiende un palmo de tierra no por lo que vale, sino porque es su nación y su honra, él con más elevados sentimientos, debía de aumentar sobre todos, sus multiplicados millones, por el honor de Jehová, para que todas las gentes reconociesen en él, su siervo, cuán bueno era el Dios de Israel para los rectos de corazón, cuánta la misericordia del Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob para los que le temen. Ese era el judio David á quien Martina preguntó si recordaba le había dicho que Orlando volvería hecho un hipócrita del trato con los papistas. Al oir la contestación de 75 por 100 no insistió más con él y le dejó tomar el café y marchar. —Papá... papá... Astuta Raquel pretextó para huir cepillar el gorro de su padre. También el General se apresuró para desfilar, aprovechan- do el consabido y acostumbrado retiro de Bamberg. Orlando que- dó solo con Martina, y tan tranquilo, que tuvo ánimo para pre- guntarle:
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