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Novela histórica 221 —¿El Duque Norfolk? —Primer piso—le contestó el portero—pero no le encontrará. —¿Nó? ¿Ha salido á las diez? —No, señor. Ha salido á las cinco de la mañana. Orlando no se dió por satisfecho con la explicación del portero y subió al primer piso. A los dos minutos de recibidor salió un ca- ballero mal humorado, con aire de enfado y sin más saludo ni más preámbulo, se dirigió á Orlando con esta pregunta en alemán pero de puro acento inglés: —¿Otro estafado? Es V. el quinto que viene á cobrar. Orlando pensó que aquello no iba dirigido á él y se mantuvo sereno, pero derecho, pues se había levantado para saludar. —¿No viene V., caballero, por ese. loco de todos los demonios mi primo el Duque Norfolk? —Señor, no tengo el honor de conocer al Duque, su primo. —No es ningún honor el conocerle; al contrario. Y téngase us- ted por muy feliz si no viene por las consecuencias de su innoble trato. —Dispénseme, señor, la molestia que le he causado y con per- miso de V. me retiro. Si V. tuviese á bien indicarme si puedo y cuando hablar un momento con él, yo agradecería á V... —Pero si mi primo se ha marchado... O diré mejor diciendo la verdad sin embajes, lo he despachado yo. Orlando estaba allí como clavado de pies. —El juego horrible—continuó el pariente sin embarazo alguno —laspérdidasinmensas, los préstamos ruinosos, las estafas multipli- cadas, han becho del huérfano pródigo y sin freno el calavera con- sumado y sin vergúenza, que lo mismo le da deshonrar á su noble familia que vivir en la cárcel y morir en la horca. No sé qué me digo, estoy desatinado. Me ahoga el coraje, señor, pero quiero concluir. Esta mañana, unos amigos me lo han traído de la ruleta á las cuatro, rogándome que por mi honor no le deje salir más de casa. Le dije que se fuese á descansar, pero que había de preparar el viaje para el siguiente día. Y me contesta que bien; pero que antes había de dejar en Berlín su nombre grabado en sangre. Mire V., no pude más. Ahora mismo, bribón—le dije —sin descansar, y con haber dos horas de tiempo vendrás á la estación conmigo y allí estaré yo hasta que vea marchar el tren y á tí con

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