BCCPAM000521-3-32000000000000

Novela histórica 211 me la pedirá. ¿Cómo pasar desapercibido á su perspicacia que yo no la apoyo, estando como estoy realmente identificada con su mo- do de sentir, en la pura fe y religión? —Pero ese modo de sentir tuyo, y ese modo de sentir de mamá ¿quién os la ha dado? *—La Biblia. —¡Ah! pues no reñiremos. Diré muy tranquilo que la Biblia me ha dado á mi también el mío. ¿Acaso todos los protestantes que leen la Biblia sacan de ella el mismo modo de sentir? ¿Y no se creen libres de sentir como quieran? Haréis, pues, cuenta que hay un protestante más que ba leido la Biblia, y en paz. —No te valdrá con mamá. Te aseguro que yo no estaré confor- me contigo, pero no querré disgustarte. Dime, pues, cómo he gober- narme. —Creo que no daré nunca ocasión á que te encuentres en tal apuro, por eso no te daré ninguna regla de conducta. Mira la que pienso observar yo. Si en visita, en la mesa ó sobre mesa, dice alguna blasfemia contra el santo Padre Pio IX, con ocasión del reciente despojo pontificio de que ha sido victima, ó por algún otro concepto, ó por la confesión, etc., ete., contra mi Santa Madre Igle- sia, pensaré que de afuera tocan para mi el timbre y me saldré. A la cuarta ó quinta vez que me salga, ó si nó á las cincuenta ó á las cien comprenderá que lo tomo como un medio de arrojarme de la visita, de la mesa, ó de donde quiera que esté. Siá solas, en son de paz, con polémica tranquila y por amor á la verdad, quiere disputar conmigo, siempre que me llame á sus habitaciones, ó ven- ga á las mías, ó me cite á la biblioteca de Palacio, me tendrá á su disposición. En tu presencia nunca. ¿Te parece si así estás libre de tu temido conflicto? Indicame tú si nó mejor medio. —Cuánto admiro tu prudencia, y cuánto te lo agradezco. —Así, pues, ¿crees que en ello te hago un favor? —Soberano favor. ¿No ves que mamá había de tomarme des- pués por su cuenta, había de considerarme cómplice, y á solas me preguntaría si estaba yo pervertida por tí? ¿qué le contesto contra tí que no sea en contra mía? El que me haces es un favor tan gran- de que no sé cómo agradecértelo. : —¿Puedo pues á mi vez, por ese favor pedirte otro? —Si, mándame.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz