BCCPAM000521-3-32000000000000

Novela histórica 207 —¿Pero qué capricho de bajar á estas horas al jardín cuando apenas ha amanecido para ti? —No he dormido en toda la noche... Estaba muy descansada de la tarde, no quise ni aun desnudarme, y toda la noche deseaba se hiciese cuanto antes de día para salir á respirar. Paseándome sola por la galería tan pronto he visto luz, ho llegado al extremo, y las mismas escaleras que conducen al jardín me han invitado á bajar. ¿Cómo pensar que tan pronto te levantariías acostándote tan tarde y estando tan necesitado de dormir? —¡Me has dado un desayuno de susto!... s —¡Ah! sí. No me digas lo que has pensado al verte sin mí. Pero ¿dónde iba á ir yo estando tú aquí? De todos modos dispensa. Yo pensaba volver aliviada y tener todavía que esperarte. La verdad es que los dos habían tenido un mismo pensamiento. ¡Bayona! Raquel, toda la noche. Orlando, desde que notó su au- soncia. ¿Iré á Bayona? Había sido la preocupación de Raquel. ¿Se habrá ido á Bayona otra vez? Pensó con temor Orlando. —Mira, Raquel, yo tengo que salir luego del desayuno, pero estaré á comer. Debo despedirme del hospital. Después tendré toda la tarde li- bre para arreglar el equipaje; y á la noche partimos para Berlín. —Está muy bien; pero quiero yo también ir al hospital. —¿A qué? ¿no ves que no te conviene? Ha de salir conversa- ción de Sor Leona, ¿qué papel haces? No irás, de ningún modo, no conviene. —¿Y por qué ha de salir conversación de Sor Leona? dijo irri- tadisima. —Raquel, sé razonable. ¿Nada debo yo á la Comunidad? Te ruego estés tranquila. Piensa en qué regalo podemos llevar á mamá para que compremos. Mamá no necesita nada de aquí. —Pero nosotros necesitamos demostrarle nuestro filial recuer- do también así. —No sé qué pueda apreciar mamá. Una vez le oí decir que quisiera poder leer siempre la Biblia en letras de oro, ya que no era posible formarla con diamantes. Pero no habrá cosa semejan- te en esta tierra papista donde no se aprecia la Biblia tanto como en Berlín.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz