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Novela histórica 203 — ¡Imposible! —Es un hecho. —¿Deliras, Orlando? —No. —¿Pero ese encargo te dió al retirarse 4 Berlin dejándote en el hospital? —No. Me lo había dado hace años. —¿De palabra? —Por escrito. —U te estás volviendo loco, ó loca me vuelvo yo. Creo que los dos perdemos el juicio. —Yo creo que no. Que ni uno ni otro, pues tengo los documen- tos, diré mejor, los tiene el Cardenal, en que papá me hace constar su voluntad. En estas conversaciones llegaron al hotel. Allí les esperaba un telegrama que se había recibido hacía una hora. Orlando pensó sería aviso de la próxima llegada de su papá, y contestación al suyo. Nada menos. Leerlo y quedar desconcertado, fué todo uno. Había recibido un golpe mortal. Raquel notó aquel instantáneo cambio de color, y tomándole el parte de la mano, leyó: «Bismarck me comunica que S. M. Guiller- mo, Rey de Prusia, adelanta la fecha de su coronación en Versa- lles como Emperador de todo Alemania. Por lo tanto, me es impo- sible ir yo ahí. Venid vosotros, saliendo de esa al siguiente día de recibido el parte. Así se os espera sin falta». —¡Ay ay!..—dijo Raquel extrañadisima—¿y saben, pues, que yo estoy aquí? —Sí; mamá, luego de tu desaparición certificó á todos su con- vicción profunda de que estabas aquí. —¿Pero tú se lo has notificado? —Yo se lo he confirmado para su tranquilidad. —¿Cuándo? —Ayer. —¿Y debo yo también ir? —Nos llaman á los dos con urgencia. —¿Y qué vas á contestar? —Pronto lo sabrás, E ER
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