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200 Equivocación. . nocéis, dad gracias á Dios por sus bondades, y arrepentios en debi- da forma. Y á vos, —dijo dirigiéndose á Orlando—á vos, hijo mío y ami- go,—Orlando inclinó la cabeza en reconocimiento de la alta honra que le dispensaba—os advierto, que este acto, yo sólo lo recibo en nombre de Dios y de la Iglesia, en cuanto de-él no nazca: compro- miso que os obligue á vencer todas las dificultades por cumplirlo. Acaso en el seno de vuestras familias se opongan dificultades tales que os hagan desistir de vuestro enlace. —Las hay, Monseñor, y muy grandes—opuso Raquel—y yo me conformaré con el curso de los acontecimientos; pero este acto que valga para que no vuelva á casarse con nadie, como no me casa- ré yo mientras no se venzan esas dificultades. Orlando miró al Prelado, miró á Raquel, y contestó: Que no estaba conforme sino que trabajaría por vencer ó despreciar esas dificultades. El Cardenal les bendijo, y les felicitó, despidiéndoles muy complacido.
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