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Novela histórica 189 Al pronto pensé si seria de V. $. pero no podía ser, pues si mal no recuerdo $. $. estuvo también en Palacio con Sor Leona cuando la llamó el Emmo. Sr. Cardenal; por tanto bien sabía V. $. que esta- ba fuera. También pensé si habría querido enviarnos aquella li- mosnita por atención á ella preguntándonos por su salud. Orlando calló, no dijo que no. —De todos modos—continuó la Superiora—ereo que mañana sabremos cosa cierta; y si V. S. no tiene inconveniente, en la mis- ma noche puedo enviarle dos letras al hotel. —Yo mismo estaré aquí á esas horas con el coche, y el coche estará á disposición de quien V. envie al correo. —Muy bien. Como $. $. guste. —¿Y no podríamos telegrafiar otra vez ahora mismo para sa- ber qué tal sigue? Sí, No hay inconveniente. Lo haré si quiere á su nombre. —Gracias. M. Superiora. Por ello le deberé un gran favor, A las tres horas hubo contestación: Que seguía bien dentro de la gravedad y que ya venía carta. La carta llegó, y decía una Superiora á otra. «Reverenda M. Vicenta Dubois. Es una cosa inexplicable lo su- cedido á nuestra buena hermana Sor Leona. Yo recibí una carta con un billete de 100 francos. Se me rogaba fuese Sor Leona, si- quiera dos ó tres noches, á- asistir á una anciana abandonada y moribunda, indicándome dirección de calle y número, y compro- metiéndose la persona anónima á sufragar todos los gastos de la enferma hasta su muerte. Sor Leona fué sólo á pasar la noche. Viendo que por la mañana no volvía, envié otra Hermana á rele- varla ó volverse las dos si no era necesaria, y ésta se encontró á Sor Leona casi desangrada, y que la anciana había desaparecido. No sé que hay aquí. Dicen los médicos que ha sido herida con pu- ñal; pero que dió primero el golpe en el Crucifijo que llevamos al costado, y gracias á eso ha resultado la herida casi á soslayo. Su- ponen también los Doctores que la Hermana con su propia ropa ta- pó y pretó la herida cuanto pudo, con gran provecho al parecer. Algunos médicos confían salvarla, otros no. Ella no habla, no se le puede molestar. Ha dicho sólo que la cabeza de la enferma era muy blanca, y que la hirió estando dormida. Que no le pregunten más. Lo que hace sospechar que no dice todo que sabe. Y esto es Ñ APN: TOMES EITTG

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