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A A STD ir, == a pao. | o A e rr e 188 Equivocación... rección. Orlando se la puso luego echándola al buzón de los pape- les rotos al pie de la mesa. ¡Qué juicio formaría del estado de Ra- quel, según aquella carta! Se propuso dejarla hacer y deshacer á su capricho, dejarla levantarse ó acostarse á su gusto, y no con- trariarle la voluntad, con tal que no se empefñase en salir de la habitación para dejarse ver por el hotel. Hubiera llamado á un médico, pero él comprendía que no debía dar explicaciones ni ex- poner á Raquel á darlas. Además estaba plenamente convencido que si se alimentaba y lograba dormir con sueño reparador, desaparecerian todos aque- llos síntomas fatales que no eran sino efectos de debilidad. Y no se engañaba. Cada hora se le servía caldo bien sustan- cioso, un poquito de Burdeos, una yema bien batida en un vaso de leche, hasta que Raquel se sintió con verdadera gana de descan- sar. Orlando le cerró toda comunicación con la luz y la dejó. Dur- mió muy bien. El, al verla tranquila con apariencias de dormir más, quiso aprovechar el tiempo, aunque tanto necesitaba descanso. Habló por teléfono al Palacio Arzobispal, preguntando cuándo podría ser recibido por el Emmo. Sr. Cardenal. Lo contestaron que estaba fuera girando la Visita pastoral, pe- ro que lo esperaban á pernoctar al siguiente día y le harían pre- sente su deseo, aunque había de llegar $. E. muy tarde. Orlando quería aprovechar todas las horas que el descanso de Raquel le permitiese. Pidió un coche y se fué al hospital militar. Preguntó á la Superiora qué sabía en particular de todo aquello que traían los diarios. —Nada, Sr. Coronel, nada que V. no haya leído. Telegrafió enseguida á la Superiora de Bayona si es verdad lo que vienen anunciando los periódicos referente á Sor Leona, y vea lo que me contestó: «Que sí, que aun vive, que por carta enviará de- talles.» Pero la carta no viene. Yo la espero mañana por la noche, pues tengo intención de enviar á la administración á buscarla aun- que sea tarde. Sé que el administrador la entregará. Yo la tendré para las ocho. ¿Es para S. S. cosa urgente saber algo? —Urgentísima. Yo necesito saber detalles cuanto antes. Usted sabe cuánto debo yo á mi enfermera. —¡Pobrecita! Un mes hace que se retiró de aquí tan buena. Hace unos quince días recibí una carta preguntando por ella.

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