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PP 2 186 Equivocación... preparen buen caldo para que tomes con frecuencia, pero te exijo que en el ínterin te desnudes y te acuestes bien. ¿Sí? Yo vuel- vo luego. Y volvió después de una hora de llanto á solas por el jardín porque no sabía donde ir. Lo primero que hizo fué poner á Berlín un parte con estas solas palabras, bastante claras para ellos. «Está sana y salva. Venga luego, papá.» Martina, cuando se enteró, lo llevó á David y al General, y leí- das esas palabras, enfilando las diez uñas exclamó: ¡Ah! pero no perdonada. Ella sabría á qué se refería. A

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