BCCPAM000521-3-32000000000000

PP a a a A ar CA A 180 Equivocación... cia. Está detenida porque muchos pronuncian su nombre. Otros dicen que la enferma era un pretexto, para ulteriores fines, y que la mano criminal es un hijo, ó por lo menos un joven despechado, desairado. Esperemos se haga luz, pues ahora en la confusión cada uno dice le que le parece. Sor Leona ha sido trasladada en graví- simo estado, desde el domicilio de la enferma donde se perpetró el crimen, al hospital. Se dice si ha fallecido ya. Seguiré informando. Corresponsal. Después, todas las informaciones de última hora se- reducían á que la agresora era una anciana desconocida, de cabellera abun- dante y completamente blanca, según declaración de la misma agredida, y por causa ignorada. Que la herida, aunque de pronós- tico reservado, no hacía perder la esperanza á los médicos si no sobrevenían complicaciones. (1 Orlando estaba yerto. ¿De quién se había servido Raquel para semejante atentado? porque era patente que ella no lo había hecho por sí misma. Pero ¿cómo tenía ella el puñal en su poder? ¿Cómo había sido cometido el erimen en Bayona? ¿Por qué? ¿Con qué cóm- plices? ¡Ah! ¡si él pudiese ir á Bayona veloz como el pensamiento! Pero ¿cómo dejar en el hotel á aquella desgraciada? En estas reflexiones, diremos mejor, en estas confusiones es- taba Orlando, con la mano en la frente, los ojos cerrados, y el diario en las rodillas, cuando despertó Raquel. Abrió ésta los ojos y le vió en tan angustiosa actitud. Orlando... le llamó—¿qué haces? ¿qué lees? El sorprendido, quiso en el mo- mento de oirse llamar ocultar los periódicos para no tener que re- cordarle horribles impresiones; pero era tarde. —¿Dice algo de lo que yo hice en Bayona? —No, nada. Nada dice que hayas hecho tú en Bayona. ¿Has dormido bien? ¿Te encuentras más descansada y mejor? —Si. —Van á traerte luego alimento. (1) Estos dos diarios eran buenos. Cuando la noticia llegó á oidos del deshónesto novelista el joven Emilio Zola, de su inmunda pluma salió un suelto muy en carácter, Decía: Que tratándose de monja resultaría cosa averiguada, un querido aceptado, y otro amante rechazado. Y aquel lascivo joven, cuya inteligencia, imaginación, lengua y pluma se disponían ya á ocuparse siempre en la más asquerosa lujuria para asegurarso buen número de lectores, se dejó decir que acaso con el tiempo compondría una novela sobre esa monja y sus amantes. Buen discípulo de Voltaire, el caso era mentir, algo sería creído.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz