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Novela histórica 179 le mostraba muy cortés, le dijo amigablemente: hoy nuestro ilus- tre manco echa en falta la otra mano. Orlando quiso inútilmente sonreir. Perdió la partida y se retiró. ¿Qué hacía él allí? Su silencio y su palabra pensaba que iban á comprometerle. Poco á poco, y sin llamar la atención, fué del billar al salón de lectura. Como no era hora de que nadie leyese allí, á nadie encontró. Pero por eso mismo temía él llamar la atención entrando. Tomó dos diarios, y doblándolos precipitadamente huyó á su cuarto como una exhalación. Raquel se había despertado, pues el vaso de la leche estaba va- cio. Más ahora otra vez dormía. Desplegó con ansia los papeles y leyó en el uno: «Crimen mis- terioso». Lo dejó, y desdobló el que decía: «Crimen sacrílego». Hasta la última palabra lo devoró todo con avidez. ¿Qué sacó en conse- cuencia? Nada contra su hermana. Que un mendigo ingrato, acaso en un momento de locura, había asesinado á una hermana de la caridad que solicitamente le asistía. Que la interfecta Sor Leona, —Orlando se detuvo aquí y respiró con indecible angustia—era un monja cariñosiísima, dispuesta siempre á sacrificarse por el pró- jimo. El criminal merece todo el rigor de la ley. Este era el único comentario. Orlando miró un momento á Ra- quel que dormía tan tranquila. Tomó el otro periódico y leyó: «Crimen misterioso», Lo es en verdad el sucedido ayer en Bayona. A lo que hemos podido averiguar y segúr versiones, una ancia- na pobre, asistida por una hermana de la caridad, pagando mal los servicios prestados, asestó una pañalada á la religiosa asistente. La opinión pública está indignadísima. Nosotros no nos expli- camos el caso. Cualquier otro desmán por parte de la enferma, en un momento de dolor ó de impaciencia se comprende; pero ser- virse de un puñal, parece ya cosa premeditada. No falta quien dice que la enferma tenía un hijo con quien había sostenido relaciones amorosas la joven, y que ésta le despidió para abrazar su nuevo estado. Sea de ello lo quiera, la anciana ha desaparecido, y la justicia se ocupa en averiguar su paradero. Recaen sospechas 50- bre una mujer de malos antecedentes, pero ella prueba su inocen-

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