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Novela histórica 9 inclinación de cabeza. El la hizo tomar asiento en el sofá mien- tras le decia: Hermana, la Superiora os envía para cuidar á una señorita enferma. Os prevengo que no pertenece á vuestro rito... Es luterana. Vos sabréis..... Con un movimiento de cabeza y de manos indicó la religiosa que estaba ya advertida, y que no por eso tendría menos caridad con ella. Y cambiando luego el General aquella conversación que le era enojosa, preguntó lleno de ansiedad, si podía darle alguna grata noticia de. su hijo desde que él se había retirado del hospital una. hora: hacía. —Perdón, Señor,—dijo la religiosa—sólo puedo decir que á los veinte minutos de retirarse V. E., ha Hegado un viajero.con una maletita en la mano, ha preguntado por el Doctor Schoreh, sin dar su nombre, pero es alemán; y como se le contes- tara que el Dr. Schorch estaba actualmente de consulta y debiera esperar, sin más espera ha sacado de su cartera una tarjeta, y ce- rrada en un sobre con estas dos letras, «urgente, silencio», la hizo llevar al Dr. Sechorch. Con admiración y pasmo de todos ha salido inmediatamente el Doctor dejando al enfermo, y después de un profundo saludo y dos minutos de conversación, guiando Schorch, el viajero se ha instalado á la cabecera del herido. —¿De modo que ha impedido la amputación del brazo? —¡Uh! no lo sé, Excmo. Señor. Retardarla por lo menos, sí. Y acaso será sólo retardarla, pues al salir del hospital, servidora, para venir á sus órdenes, he visto á todos: los médicos de la con- sulta entrar en la sala de su ilustre hijo avisados por el descono- cido. ¡Oh! Esto es mucho sufrir... Y devorado por la incertidumbre llamaba con impaciencia Á un ordenanza para enviarle al hospital. Pero, ¿qué hacen mis ayudantes que no vienen árdecirme lo que pasa? Mi General, acaban de llegar y suben tras de mí, el ayudan- te Stuttgart con otro señor. Y saliendo al encuentro el General y abriendo la boca ya para preguntar, oye con admiración estas palabras: jehring, mi General, Behring está aquí en el hospital, asis- tiendo á Orlando. Le hemos visto, le hemos conocido á pesar de su incógnito.

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