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ES Pa , A A A A o Novela histórica 173 El abrazo fraternal del más efusivo cariño los tuvo largo rato entrelazados, mezclando sus lágrimas y sin decir palabra. Con razón tardó Orlando en reconocerla, pues no sólo estaba desfigurada en su fisonomía, en sus ojos exaltados, en sus ojeras moradas, en todo su livido semblante, sino que además llevaba todo un vestido con que su doncella se hubiera avergonzado de salir á la calle ni dejarse ver de nadie. Así lo había suplicado ella á Rebeca. Un vestido tan viejo que ya no pensase usarlo sino para quitar el polvo. —¿Por dónde andas? ¡infeliz!...—le dijo al fin Orlando sepa- rándola de sus brazos. Raquel no había dicho aún palabra. —¡0h! no me digas infeliz. Soy la mujer más dichosa. Ya eres libre; ya estás viudo; he roto todos los impedimentos de tu con- ciencia; puedes casarte conmigo cuando quieras. —¡ Infeliz! —seguía diciéndole Orlando, haciendo caso omiso de aquellas palabras que parecian de una loca. ¿Por dónde andas? ¿qué has hecho? Tengo carta de mamá en que me dice que has huido de casa, A A A que algunos te tenían por ahogada, Raquel, al oir «ahogada» hizo un movimiento de sorpresa. No se le había ocurrido tal cosa ni que pudiesen pensarlo. Entonces recordó que efectivamente, al desnudarse todo su propio vestido y vestirse con lo que le dejara, sin saber para qué, la doncella, al huir por la portezuela que servía de entrada y salida al guarda- bosque, había abandonado su ropa cerca de la puerta, y allí, pre- cisamente estaba el pozo. —He hecho más que huir,—contestó á Orlando—he hecho mas que huir de casa, Mucho más que todo eso. Mira... Y levantándose excitadisima, y sacando de la bolsita de mano un puñal, se lo enseñaba con la hoja y la vaina aún ensangren- tadas. —¡¡¡Sangre!!!... ¡Qué horror!!! —gritaba Orlando tapándose los ojos por no verla. —¡¡¡Sangre!!!—repetía ella exaltadísima levantando el puñal. —¡¡¡Sangre!!! Palabra divina de Lady Sara. —-¿Pero qué eso? ¿de quién es esa sangre? ¿qué has hecho? ¿á quién has muerto?