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152 Equivocación... Decidme ahora, bella joven, si vuestro asunto pertenece al pa- sado, al presente ó al porvenir, (1) á la historia, á la ciencia, á la profecía; sí queréis contestación con una señal en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego; si lo queréis resuelto por el espiritis- mo, por las cartas, por las líneas de las manos, ó simplemente por mi palabra, por la adivinación. Al oir tal cúmulo de promesas, cualquiera diría que Dios se ha complacido en dar á tales charlatanes toda potestad en el cielo y en la tierra; en el cielo sobre todas las gracias divinas y en la tie- rra sobre todos los elementos, y sin más fin que ayudarles á explo- tar y satisfacer pecadoramente las pasiones humanas en provecho material propio. No buscan sino aturdir á la víctima con tanta promesa de adivinación y arreglos de matrimonio, y lo consiguen á maravilla. A manos del que esto escribe, llegó hace pocos días el anuncio de una tal Julia V.., adivina por todos los medios. Tuvo un mo- mento de buen humor, y con el anuncio aún en la mano, escribió á la tal Julia: «Llevo una vida infernal con mi esposa, por los ce los horribles que tiene de una cuñada mía, hermana suya. ¿stoy dispuesto á gastar si V. convence á mi señora de mi fidelidad». A vuelta de correo vino contestación prometiendo el arreglo, pidien- do por adelantado 25 pesos para empezar los trabajos, y por todo junto 100 pesos. ¿Por qué la charlatana de oficio, la adivina como ella se anuncia, no adivinó en el acto que el que le escribía era y es soltero? Cierto que el anuncio dice que devuelve el dinero si no acierta. Pero anuncio inútil. Si «adivina» ¿qué ha de devolver? ¡Ah! Lo que quiere es adelanto, que pase la plata por entre sus manos como pasa la mansa oveja por entre las Zarzas. Lana deja. Raquel optó por la adivinación en vista de tanto medio pro- puesto por la maga. Parecía que en el acto y sin más iba á decir- le... una revelación divina. Pero... —Os advierto desde un principio, señorita, que á todas mis inte- rrogaciones, vuestras respuestas han de ser la más sincera verdad. Raquel que se horrorizaba con sólo oir ó ver escrita la palabra confesión, hizo una confesión general tan exacta, y más que la más exacta papista. No sólo una confesión referente á ella, sino una se- 1) Luego le prometerá adivinárselo todo, siendo así que todo necesita pre- OS vs 1 ] guntarle para formar el juicio que ha de emitir.

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