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Novela histórica 147 El librero la miró un rato sorprendido, pues no le había indica- do qué libro quería. A él se le ocurrió preguntarle: —¿El Catecismo católico quiere la señorita? —SÍ. Se lo entregó, y ella temblando dejó sobre el mostrador una modenita de oro, única que sacara de casa, saliendo de la librería aturdida, disparada, como quien se lleva algo sin pagar. El librero quedó aun más aturdido, pues el librito era de infimo precio, y aquella precipitada señorita le dejaba con la mano en el cajón, buscando los cambios suficientes para veinte libros más. Miró á los dependientes, miró á la señorita para hacerle una seña con la mano, pero ya Raquel caminaba en busca del coche, y tan deprisa, que por nada del mundo hubiera querido ser detenida. ¿Para qué quería ella los cambios? Como ascuas de fuego le hubiesen quema- do las manos. Ocupó el asiento y dió orden al cochero de salir de la ciudad bien lejos: que costase como dos horas de marcha y otras dos de re- greso, caminando muy despacio para volver á palacio al anochecer. Cuando llegó del paseo á casa no tenía ya el librito. Lo había roto con desesperación en menuditos trozos y arrojado por la ven- tanilla. ¡¡¡Qué horror!!! Ella lo había leído y releiído' desde el principio hasta el fin, y en cada vez su lectura le había parecido más irracional, más inso- portable, más impía. (Que el Papa era infalible, por la asistencia del Espíritu Santo, cuando definía las cosas de fe... Como si no fuese ella también in- falible en la fe y cualquier prusiano, con sólo leer la Biblia. Que María Santísima era á la vez Virgen y Madre de Dios por obra, no de varón, sino del mismo Espíritu Santo; y otra sarta de absurdos y contradicciones imposibles de retener en la memoria y más imposibles aún de conformarse con la razón. Que no bastaba la fe para salvarse, y que era necesario guar- dar fielmente los mandamientos de la Ley de Dios, y hacer otras obras buenas... ¿pues qué juicio tan vil tienen formado de la fe? Para que alumbre y caliente quieren añadir al sol la luz de la luna. Que son necesarias cinco cosas para hacer una buena confe- q

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