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5 Equivocación... oficialmente Bismarck les avisaba que aun vivía ( rlando, estaban más confusos. Querían ir 4 Francia, temían por su hijo, no sabían qué hacer. No duró mucho tiempo la indecisión. Media hora más tarde que el Gobierno, David recibía este parte: «Palacio Bam- berg. Orlando gravísimo. Avisadlo á su tío si lo juzgáis conve- niente. Venid, os necesito. Hereford.» Pronto estuvo arreglado el viaje. Dos días después, la familia Bamberg era recibida en la estación de N. por los ayudantes del General Hereford. ¿Y el Ge- neral? Y Orlando? —Preguntaban á la vez los padres y la hija ya en el andén. —Orlando grave, en el Hospital; el General no bien del todo á su cabecera cuidándole día y noche y sin alimentarse apenas. —Vamos; vamos al hospital sin descansar. — Ah. Tened la bondad, señores, de seguirnos á la Capitanía ge- neral. Mi señor os esperará..... —¡No decís que está á la cabecera de Orlando? —Sin duda allí ha permanecido hasta ahora, Pero los médicos en consulta han determinado amputar el brazo sin pérdida de tiempo, y el Dr. Schorch ha exigido se retire el General momentos antes de la amputación. ¿Así, pues, le están ahora operando á mi hijo? Precisamente. Y cuando lleguemos á Palacio se tendrán ya noticias..... ó6 se recibirán inmediatamente sobre el resultado. Raquel había perdido completamente el color. Parecía una es- tatua marmórea con los ojos cerrados, con la boca abierta. Marti- na hizo seña á los ayudantes que dieran el brazo á su hija hasta el coche. Luego dirigiéndose al más joven de ellos, le dijo: Se me ocurre una idea, Stuttgart. —Decid, señora. —¿Seréis tan indulgente que os pueda pedir un gran favor? Mandad, señora; me honraréis con preceptos. ¿Os sería molesto acompañar á mi esposo ahora mismo desde aquí al hospital, y permanecer allí hasta poder traernos á Palacio alguna noticia? Raquel agradeció con una mirada de cariño y una sonrisa de gratitud la iniciativa, la previsión y el interés de su mamá. Me es muy grato, señora, obedeceros. El Ayudante Rotenham puede guiaros á la Capitanía, y que avise á mi General donde