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Novela histórica 1483 papista: El, que se ha pervertido en el alma, él que ha entregado su cuerpo sin consejo, sin consentimiento y hasta sin conocimiento de su padre, él, quiere ahora que vayas para ponerse de rodillas muy compungido ante ti, pidiéndote perdón en nombre de Dios, y que bendigas la pareja; todo para tranquilidad de la papista. Y humildemente te amenazará con todas la excomuniones de Roma si no lo haces. Véte, véte. Conocerás á tu hermosa nuera; pero no la traigas aquí. Te advierto, por si no has dado en el quid, que el llamamiento es una exigencia de la astuta papista, para que tú les digas: venid... y ellos contigo venir autorizados. Vamos claros, General, y va de serio. Tenéis vuestro palacio Klopstoch. Si se empeñan en venir, instálalos allí; pero tú no te envuelvas en el ridículo, no salgas de esta casa, desaprobando así su desatentada conducta. Martina deshizo la media vuelta; y dejando al General planta- do y casi cuadrado, se entró á la cámara de su hija. Bamberg la cuidaba en aquel momento. Raquel llevaba ya tres días en cama. —¿Cómo está, David? —Lo mismo que ayer y que antes de ayer. No adelanta nada. La dejó el opio, y la tomó el mutismo. Llevo aquí dos horas. Cua- tro ha estado Behring, pero dos á solas; ni á él ni á mí ha dirigido la palabra ni la vista, ni ha querido contestar á una sola -pregun- ta. Behring se ha ido disgustado. Dice que este nuevo signo no se babía presentado nunca. Entre tanto que la encuentra con pleno conocimiento y sin perturbación ninguna. —¿Come? —Si: y es bien extraño. Se esfuerza por comer, notándosele verdadero afán de alimentarse. —¡Ah!.. si todo pendiese de anular el matrimonio! Y esto, caso que sea válido. Pronto hablaría yo con S. R. M. Guillermo, y todo quedaba arreglado. —No, no puede ser, no puede ser,—contestó Bamberg. Lo de menos sería anular el matrimonio si nada más hubiese de por medio. Raquel abrió los ojos involuntariamente. Quiso en el acto vol-

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