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ESE e 142 Equivocación... de despilfarros, acabando de arruinar su ya mermado patrimo- nio heredado, seguro como estaba de entrar luego en posesión de la fabulosa fortuna de Raquel. —Martina,—dijo el General cuando la vió levantada—juzgo un deber de conciencia avisarte que Raquel ha nombrado el vene- no, extremeciéndome. Me lo ha suplicado como en secreto, y como único remedio. Vigila, porque á tanto puede llegar la locura de su amor pospuesto, y su desesperación por la esperanza frustrada. —Tu hijo, General, tu hijo es el veneno más activo—decía Mar- tina enjugándose muy gruesas lágrimas—tu hijo será la causa de mi muerte, de la muerte de mi hija, acaso de la tuya, y hasta de la de mi marido. Ps Hereford no tuvo nada que oponer, nada que contestar y sin pronunciar ni palabra de recriminación contra su hijo, se retiró. | Martina iba en busca de Raquel, á la cama de su hija. Aún se e: sentían los pasos del General, cuando Martina, dando media vuel- Md ta y llamándole á voces, le dijo: RR A A IR AI nt —Oye, oye, Hereford. Tu hijo debe estar ya bien para venir sin molestia ni peligro. Llámale, llámale porque yo no veo mejor re- medio. Pero que no se presente aqui con ella, porque yo no quiero la muerte de mi hija. Lo he llamado, Martina, lo he llamado hace días; luego de venir tú. Y en vez de venir, mira lo que me contesta: «Papá siempre á tus órdenes en todo. Pero te ruego por el amor y que me tienes y por todo el que yo te tengo á ti, que no me obli- Ñ gues á regresar á Berlín sin haber venido tú antes para un asunto de sumo interés. Ven papá, te espera con los brazos abiertos quien por tí diera, más que la mano, la vida... Tu hijo, —Orlando. 04 —¿Y piensas ir? —Más que todo por traerlo, por arrancarlo de allí. ¿Y cuándo vas? —No lo sé; y me preocupa. Ya tú ves... ¿con qué carácter me j presento yo allí otra vez, y de militar, ó de paisano? ¿de incógnito 4 .c y E E E e £ K . 6 ó nó? ¿Y cómo caerá esto á Bismarck, y á 5. M. el Rey Guillermo? ' Y ello es que estoy resueito á pedir licencia é ir; porque todos p esos inconvenientes que á mí se me ocurren, también los habrá te- nido presentes Orlando, y no obstante me llama. j —Escrúpulos, mi querido General; escrúpulos de conciencia

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