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tanta unción sobre el Mesías, las promesas, las semanas, profecías y salmos. Esos actos de piedad eran ordinariamente en él cada cuatro ó seis años, pues sus grandes negocios bancarios y de prés- tamo no le dejaban tiempo para más. Martina finalizó el coloquio religioso diciendo, que sí, que sí, que si; que el Duque Norfolk era el mejor partido para su hija. Y el Duque Norfolk fué recibido pocos días después en el pala- cio Bamberg.

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