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A E 5 102 Equivocación .. E | Y Jesucristo, verdad eterna, que no había venido á destruirse á sí mismo destruyendo la Escritura, sino á confirmarla, no dijo que era cosa inútil, herética y perversa rogar por los difuntos, sino que había un lugar donde iría el hombre á sufrir, sin salir de allí hasta pagar lo más mínimo que debiese. Todos los oyentes sabían ya á qué se refería, pues cuando hablaba del cielo donde nadie entra con deudas, ó del infierno, de donde ya ninguna satis- y facción acepta Dios, establecía entre unos y otros un caos magno, i tan grande abismo, que nadie lo salvaría pasando de un lado á otro. E Por no deteneros más en este punto y porque quiero contesta- ros á los otros, no os explico cómo Jesucristo distinguía pecados ' que no se perdonaríian en el otro mundo, entendiéndose claramente Ñ que algo se perdona en el otro mundo, y no es en el cielo ni en el infierno. Los oyentes le entendían; Jesús porque le entendían, no necesitaba dar explicaciones ni anunciar cosa nueva que no hubie- sen ya oído; pero Vdes. tienen el empeño de no entenderlo como aquellas gentes, y es sólo por entender lo contrario de la Iglesia. Si un día la Iglesia lo negase, Vdes. lo afirmarian; sabrían bien en qué apoyarse. Os hago también gracia de las palabras del predicador de las gentes, San Pablo, que dice y habla de las obras que serán purifi- cadas con el fuego, y después premiadas. Y ni cielo ni infierno es y lugar de purificación. No quiero dejar de referiros este eraciosisimo hecho que os recomiendo reflexionéis en silencio. Predicaba en París, durante el mes de noviembre el Obispo Fenelón. Su arrebatadora elocuencia atraía á muchos disidentes. Cierto día, después de un sermón, se lé acercó una Lady, esposa de un diplomático inglés, y le dijo muy admirada. —Cuánto extraño, Monseñor, que hombre de tan grande talento como vos, crea todavía en el purgatorio. Si oyéseis hablar sobre eso á nuestro gran Pastor de Londres... Nosotros sabemos que eso : lo inventó el mismo Papa que inventó la confesión. | —Bien, Lady, le contestó Fenelón, ese Papa, que según vues- tro error, inventó la confesión y el purgatorio, es Inocencio III, del siglo XUI. ¿ Dejo á un lado probaros que en todos los siglos anteriores se

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