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Novela histórica 101 es la que hizo Lutero y habéis seguido haciéndola vosotros, sino la Biblia inspirada por Dios á todos los Patriarcas y Profetas, desde Adán hasta Jesucristo. En ella lo hallaréis todo. Ni el fiel, por sabio y santo que sea, ni el sacerdote, ni el Obis- po, ni el Papa, han inventado, ni quitado, ni añadido nada. No hace el Papa sino manifestarlo y aclararlo bajo la autoridad y obliga- ción que tiene de hacerlo. ¡La confesión! Precisamente nosotros los católicos la empeza- mos confesándonos á Dios. «Confíteor Deo». ¿Pero no habéis leído que además dice la escritura «<confitemini alterutrum peccata vestra... ut salvemiri» confesad unos á otros vues- tros pecados para ser salvos. Y nadie podrá hacer que Jesucristo vuelva atrás estas palabras dirigidas á los apóstoles, sus primeros sacerdotes: «lo que perdonáreis en la tierra, eso será perdonado en el cielo, y lo que no perdonáreis, sin perdonar quedará.» Y tienes también explicado de paso, amable joven, quienes son esos «otros» á quienes nosotros los hombres todos, incluso el sacer- dote, el Obispo y el Papa, debemos confesarnos. Porque hay entre vosotros quien afirma que todo fiel es confesor. ¡El purgatorio invento de un Papa! ¡Ah, hijo mio! ¿Dónde estaba el primer Papa, San Pedro, cuan- do muchos siglos antes el santo Macabeo imploró de los fieles con una colecta pública, y recogió una buena limosna que envió á Je- rusalem para sufragio de sus soldados que habían muerto en bata- lla? Cosa santa y provechosa decía él que era rogar á Dios por los difuntos para que sean libres de sus pecados. Se entiende, de las penas merecidas por ellos. Y él sabía muy bien que de tales difuntos en el cielo no entran pecados, y en el infierno no se perdonan. ¿Qué Papa enseñó á Job siglos y siglos antes de Jesucristo pe- dir á Dios como gran favor que le constituya un tiempo para puríi- ficarse, que le señale un infierno en que le proteja, lugar inferior, hasta que pase su furor, pues él sabe muy bien y dice que en el cielo nada entra manchado, y en el infierno absoluto ya no hay satisfacción, protección, ni redención, sino desorden y horror sem- piterno? Y él después de las tinieblas espera la luz. Post tenebras spero lucem. NM

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