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100 Equivocación... A IA A o 5 5 a E y w y Siglo VI 20.000.000 católicos VII 25.000.000 » VIII 30.000.000 » IX 40.000.000 » » X 56.000.000 » » XI 70.000.000 » y XII 80.000.000 » 4 » XIII 85.000.000 » hl » XIV 90.000.000 » ll » XV 100.000.000 » ql » XVI 125.000.000 » l » XVII 185.000.000 » !l » XVII 250.000.000 >» » XIX 280.000.000 » Decidme, amable joven, ¿ha habido siempre Iglesia y ha creci- do según la promesa divina y el simil del árbol que empieza plan- ta pequeña y echa sus raices por toda la tierra? Pues desde el primer siglo hasta ahora, 1868, no ha habido un solo hombre de esos doscientos ochenta millones de católicos que a Ae a rro al discutir en el dogma ó moral de esa Iglesia, no haya sido arró- jado y declarado hereje. + Dime ahora, ¿dónde está tu Iglesia? ¿Con qué derecho al pro testante que de tí disienta en la unidad de la fe le dirás que él no ; es protestante? Es igual que tú. Y tanto más protestante cuanto menos te siga á tí. Hasta el punto de que pueda darse en una casa padre é hijos y nietos siendo cada uno una Iglesia distinta. —¿Te molesto, joven? —No, no, Miro el reloj, porque quisiera oirle hasta las doce. Son las once y media y me queda mucho que preguntar. Esa obli- gación horrible impuesta por un Papa, de confesarse un hombre á otro, cuando nosotros nos confesamos á Dios; ese otro invento del purgatorio, mina tan inagotable como explotada por ustedes los sacerdotes; ese llamar á una majer*virgen y madre á la vez, y además inmaculada, libre del pecado de Adán en que todos incu- rrimos como dice Pablo. No puedo, no puedo; me repugna todo, me abismo y me pierdo. —Leed la Biblia, hijo mio, pero la Biblia toda; no truncada y ¡ q desgarrada en versículos y Capitulos, y amañada á su gusto como
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